La ultraderecha independentista que puede gobernar en Ripoll: "Los niños marroquís se preguntan si tendrán que irse del pueblo"
La mayoría de grupos municipales se plantean ceder la alcaldía a Aliança Catalana para poner al partido xenófobo "ante el espejo"
La victoria de Aliança Catalana en Ripoll fractura al pueblo y deja en manos de la oposición una decisión de alta política
Ripoll
La entrada a Ripoll es el reflejo de un estado de ánimo. La carretera que conduce a este pueblo de montaña de 11.000 habitantes en el Prepirineo catalán sigue congelada en la noche de las elecciones. En todas las farolas de la C-17, la carretera que da acceso al municipio, siguen colgados los carteles de Aliança Catalana, un partido de ultraderecha e independentista, que por primera vez puede governar esta capital de comarca, conocida como la 'cuna de Cataluña'.
En esos carteles se lee 'Salvemos Ripoll'. Sobre un fondo azul, un rostro con nombre y apellido: Sílvia Orriols, una administrativa de 38 años, ultracatòlica, según su entorno, desconocida hasta ahora fuera de Ripoll. El domingo, su candidatura ganó por mayoría en todas las mesas electorales. Hoy, en la calle, los murmuros de quienes intentan entender qué ha sucedido, explotan en los bares y en las casas.
"Hostia, ¿qué hemos hecho? ¿Qué hemos votado?", se arrepienten algunos. Del éxito del partido ultra, se sorprenden los vecinos y la propia candidata: "Preveíamos un crecimiento, pero ni en nuestros mejores sueños habríamos imaginado ser primera fuerza y desbancar a los partidos tradicionales", explica en una conversación con la SER. Orriols, todavía hoy, saca pecho de ser la única que candidatura "que habla de inmigración e independencia", una fórmula, con la que ha captado votos, principalmente de Junts, que gobernaba desde hace más de una década.
"Ha sabido tener un discurso de extrema derecha sin ser percibida como extrema derecha"
La oposición admite que por no querer hacerle el juego, quizás no han sabido explicar que esta vecina, por independentista que fuera, es también ultraderechista. "Es una persona ultracatólica que persigue un postulado totalmente personal, el de hacer una cruzada; por eso se dirige únicamente al colectivo magrebí y musulmán", asegura la candidata de Esquerra Chantal Pérez. "Ha sabido tener un discurso de extrema derecha sin ser percibida como extrema derecha", añade el candidato de la CUP, Dani Vilaseca que advierte que "se está polarizando que unos son los buenos y otros son los malos". "Ha usado un discurso muy populista: la mitad de lo que dice es mentira y la otra mitad son cosas que no puede hacer desde el Ayuntamiento", apunta Manoli Vega, de Junts.
Orriols niega la mayor. Asegura que "no es de extrema derecha" sino que "es de sentido común" y contraria al "fanatismo islámico". Pese a que algunas voces le resten transcendencia, el auge de Orriols no se explica sin el pósito que dejó en Ripoll los atentados de Barcelona y Cambrils, cuyos terroristas se criaron en Ripoll. Se trata de una "cicatriz que nunca se cerrará", según Vilaseca, y que la candidata de Aliança Catalna se ha dedicado a explotar. "Si había puntos de sutura que no estaban bien suturados, ella ha aprovechado, metiendo el dedo en la herida, criminalizando a todo el colectivo musulmán, haciéndoles culpables de todo lo ocurrido", añade Enric Pérez, el candidato del PSC.
"Nos gustaba vivir en Ripoll, ahora no sabemos que esperar"
La fractura social que ha agravado el resultado electoral ya tiene ecos entre los más pequeños en escuelas e institutos: "Niños y niñas preguntan: ¿qué va a pasar con nosotros? ¿Vamos a tener que irnos de Ripoll? ¿Por qué no nos quieren?", asegura Vilaseca, que es maestro en el instituto público. Lo mismo pasa entre los padres, explican otros vecinos: "los niños preguntan a sus padres si los marroquíes tendrán que irse del pueblo".
En la comunidad musulmana, inevitablemente, el resultado en las urnas ha despertado temores. "Antes nos gustaba mucho vivir en Ripoll, pero ahora no sabemos qué esperar de nuestro futuro", explica Mounia que lleva seis años viviendo en la capital del Ripollès. "Los musulmanes tenemos miedo con Sílvia. Tememos que no nos dejen trabajar con el velo, que no nos deje pedir ayudas sociales, nos impida empadronarnos en el municipio e impida que los niños vayan juntos al colegio", admite.
Desde la comunidad islámica de Ripoll tratan de aplacar algunos de estos miedos: "La mezquita no la puede cerrar mientras sigamos cumpliendo la normativa", asegura por teléfono Ali Yassin. En cuatro años, confía en que el resultado se revierta: "La mayoría de nuestros hijos tendrán 18 años, nacionalidad y derecho a voto, y verá como cambian las cosas".
¿Ahora qué?: una decisión de alta política en un pueblo de montaña
Con esta tormenta perfecta de telón, todos los vecinos se preguntan lo mismo: "¿Ahora qué?". Los grupos, que se oponen a Orriols, tienen dos opciones: dejar gobernar a la ultraderecha o conformar un gobierno de concentración para evitar "por principios democráticos, que la extrema derecha ponga las manos en el poder", como piden los cupaires. En contra de lo que opinan los anticapitalistas, la mayoría de grupos se inclina por dejar vía libre a Orriols "para ponerla ante el espejo", repiten muchos.
"Que la gente vea que no pueden cumplir con lo que dijeron, si tienen capacidad o no para gobernar y cómo se resiente el pueblo", reflexiona la republicana Chantal Pérez. "Apartarla puede generar un efecto rebote y que, como en Badalona, en las próximas elecciones saque mayoría absoluta; así que creemos que la manera de frenarla es que la gente la conozca más a fondo y vea de lo que es capaz", concluye