El terremoto de Kamchatka, 900 veces más potente que el que amenazó a Baleares y la costa catalana en 2003
Sara Figueras, jefa de geofísica del ICGC, destaca el funcionamiento del sistema de alertas, que notificó rápidamente a todas las costas del Pacífico con riesgo de tsunami

El sisme de Kamtxatka, 900 vegades més potent que el d'Algèria que va sacsejar les Balears i la costa catalana el 2003
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Barcelona
El potente terremoto de magnitud 8.8 frente a la costa oriental de Rusia ha sido la noticia dominante de las últimas horas, sacudiendo el miércoles la península de Kamchatka a la 1:25 de la madrugada, hora española. La fuerza del sismo provocó una cadena de alertas de tsunami a lo largo de todas las costas del Pacífico, afectando a países como Japón o Taiwán y regiones como Alaska o Hawái.
Durante el programa de ayer, Aquí Catalunya contactó con Anna Campmany, una catalana residente en Honolulú, quien compartió su experiencia pocas horas después del terremoto. Campmany describió cómo las sirenas y las alertas en los móviles la avisaron de la situación, y aunque la evacuación fue un susto, afortunadamente no tuvo mayores consecuencias.
Hoy, el programa ha conversado con Sara Figueras, jefa del área geofísica del Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC). Figueras explicó que la rápida activación de las alertas en todas las costas del Pacífico se debió a que el sismo “cumplía con los requisitos para producir un tsunami, tanto por su magnitud como por su profundidad y el tipo de movimiento de la falla”. Figueras resaltó la efectividad del sistema de comunicación, asegurando que “todo funcionó, enseguida todas las costas del Pacífico que podían estar afectadas recibieron los avisos y los comunicados de alerta con información sobre la altura de las posibles afectaciones en las costas”.
La experta detalló que la altura de estas olas depende “del origen, del terremoto (y su magnitud) y de cómo se propaga”. En el caso del sismo de Kamchatka, la falla implicada tenía unas dimensiones aproximadas de 400 por 200 kilómetros, provocando un desplazamiento vertical entre bloques de falla de hasta 10 metros. Esto generó, en cuestión de segundos, un levantamiento súbito de grandes volúmenes de agua y, consecuentemente, las olas que se propagan a gran velocidad. Inicialmente, estas olas son imperceptibles a simple vista y solo pueden ser detectadas por “equipos, boyas y sensores que los expertos tienen repartidos por el Pacífico”. La clave del crecimiento de las olas reside en la batimetría del fondo marino, que “hace que el agua pierda velocidad y se forme una gran pared de agua”. Figueras enfatizó que “no son las olas habituales generadas por el viento que rompen en la costa, sino una auténtica pared de agua que penetra tierra adentro a 60 kilómetros por hora; si estás en la costa, te atrapa”. El peligro se agrava por todo lo que arrastra consigo: coches, barcos, vegetación, etc.
Figueras tranquilizó al público asegurando que, “de entrada, no tenemos fallas activas ni de dimensiones tan grandes” en las costas catalanas. No obstante, recordó el terremoto de Argelia de 2003, de magnitud 6.8, que sí tuvo efectos en Cataluña y Baleares. “En los puertos de las Islas Baleares llegaron olas de dos metros de altura, y en l'Estartit se registraron olas de medio metro”. En comparación, subrayó que “el sismo de Kamchatka ha sido 900 veces más potente que el de Argelia”. Finalmente, la experta mencionó la posibilidad de que un evento similar ocurra en las costas gallegas, recordando que “en 1750, durante el sismo de Lisboa, hubo tsunamis en la bahía de Cádiz que provocaron mucha destrucción”.




