El teatro, una herramienta para la inclusión laboral en personas con discapacidad

Madrid

Entre bambalinas, el elenco se prepara para una nueva función. Calientan la voz, repasan con cuidado el texto y escuchan atentamente las indicaciones que les da la directora de la obra. Es una rutina que se repite cada vez que salen a un escenario. "A veces me pongo nerviosa", confiesa Laura. Ella se define a sí misma como "actriz profesional", pero hasta llegar ahí ha tenido que pasar por muchos obstáculos. Laura, de 29 años, tiene síndrome de Down y, a pesar de tener una amplia formación, no encontraba una oportunidad en el mercado laboral. Hasta que, casi por casualidad, la interpretación llegó a su vida.

Teotiste Pérez, madre de Laura, todavía se emociona cuando recuerda cómo conoció a la compañía de teatro La Tramoya. "Fuimos a una interpretación violinista y yo pensaba que iba a eso, pero me encuentro que estoy en una obra de teatro con chicos con discapacidad. Me impresionó tanto que en ese mismo momento le dije a la directora que tenía que coger a mi hija". Este fue el primer trabajo de Laura. Eso sí, a tiempo parcial. Según datos del SEPE, recopilados por el sindicato UGT, en 2021 había en la región casi 15.000 personas con discapacidad en paro. De ellas, las mujeres eran las más afectadas, con más de 8.042 desempleadas. El sindicato denuncia que en la Comunidad de Madrid el paro en personas con discapacidad bajó en 2021 un 5,31%, un dato "muy lejos" del 12,55% que descendió en toda España.

Ese año se firmaron 36.295 contratos, de los cuales un 90% fueron en el sector servicios. Estas cifras denotan un problema de inserción laboral para UGT, que pide que refuercen las inspecciones de trabajo para vigilar que las empresas cumplen la ley, por ejemplo, respetando la cuota de reserva del 2% para personas con discapacidad en las empresas de más de 50 trabajadores. Pérez lamenta que estas medidas en la práctica no se llevan a cabo: "Está contemplado en la ley, en la Constitución y en los objetivos de desarrollo sostenible, que todos nos llenamos la boca con ellos, están de moda. Pero a la hora de la verdad te encuentras con casos de personas que se forman, echan currículos y ni siquiera les llaman para el proceso de selección".

La interpretación como salida laboral

Ante las trabas para conseguir un trabajo, las familias de las personas con discapacidad adoptan alternativas por su cuenta para garantizarle un futuro autónomo a sus hijos. Cuando Pérez conoció la labor de la compañía La Tramoya, que llevaba años contratando a personas con diversidad intelectual para hacer obras de teatro, se le encendió la bombilla. ¿Y si de esta afición podemos hacer un empleo estable? Así ha nacido la asociación APILAD. "Nuestro objetivo es la inclusión laboral y social en general. Primero con este proyecto más afianzado de las artes escénicas. Pero también tenemos otro, el de profesional del barismo, formar a expertos en el proceso del café", explica Pérez.

Esto es solo el comienzo, todavía están terminando los trámites para la consolidación de la asociación. No tienen local propio, ensayan en otros espacios alquilados. Todo lo sostienen económicamente las propias familias, pero no se rinden. Quieren ir más allá. Conseguir que más interesados se vayan sumando a la iniciativa e ir abriendo diferentes puertas en otros sectores más allá del servicios, donde habitualmente se emplea a las personas con discapacidad. "No hay una estación de parada, no hay un fin. Aunque haya muchos inconvenientes y muchas piedras en el camino de la inclusión laboral y social pues paremos, pero luego hay que continuar porque merece la pena", insiste Pérez.

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Esta madre solo necesita ver la ilusión y las ganas de su hija para seguir. "Son persistentes, tienen una especial sensibilidad a estar cerca, a emocionar, a ayudar. Los aprendizajes me los da ella a mí". Ahora son ocho los integrantes de la compañía de edades muy diversas, desde el más joven con 25 años a la más mayor, con 70. No hay un perfil en concreto, todos son bienvenidos. La compañía está afincada en Pozuelo de Alarcón, pero muestran su arte no solo en Madrid: también recorren otros puntos de España y participan en festivales internacionales. Su oferta, además, es variada. "Hacemos el Quijote, Bodas de Sangre y Cabaret", recita Laura.

Sentada junto a su madre, en el sofá de casa, no puede ocultar su exaltación. Cada vez que escucha la palabra teatro, su cara se ilumina, sonríe. "Me lo paso genial", confiesa. Teotiste, cuidadosa, sin soltarle la mano, le recuerda "¿Pero es duro, no? Ensayáis mucho". A Laura eso no le importa. La mira y afirma con un movimiento sutil de cabeza: "Hay que ensayar más. Me gusta hacer teatro".