“El año pasado mi empresa pagaba entre 15 y 20 mil euros al mes de electricidad y ahora hasta 50 mil euros”

Fuenlabrada

“Este año el gasto energético de mi empresa es el doble en relación con el anterior. Estábamos pagando entre 15 y 20 mil euros mensuales en energía eléctrica y ahora entre 45 y 50.000 euros. Es una barbaridad”, dice Juan Antonio Ortiz, propietario de Montakit, y vicepresidente de la Entidad de Conservación del polígono Cobo Calleja de Fuenlabrada.

Esta zona industrial con 167 hectáreas y más de 1.200 empresas es el polígono más grande de Europa en cuanto a negocios instalados en él. Lejos de la imagen preconcebida de ser un polígono de comercios chinos, el Cobo Calleja aglutina un 50% de empresas asiáticas, y algunas de origen indú, y otro 50% de propiedad española.

Aparte de operaciones policiales que le han convertido en noticia indeseada, esta zona industrial bien podría ser también actualidad por las potentes empresas que acoge. Un negocio de calzado que fabrica en Elche y desde aquí exporta a Francia e Italia, una empresa de alimentación que suministra al Ejército en sus misiones especiales y a diferentes instituciones penitenciarias o la que lava toda la ropa que generan los hospitales madrileños, son un ejemplo. Y todos, según indica Javier Pérez, presidente de la Entidad de Conservación y propietario de Apinsa, empresa de pinturas, están intentando bandear como pueden la subida de los suministros energéticos.

“Muchos vienen a vernos y nos cuentan lo mal que lo están pasando” en el límite, en algunos casos, del cierre, cuenta en una entrevista en SER Madrid Sur. Y es que los costes de la luz, el gas o el gasóleo, además de la subida de las materias primas, les han obligado a bajar la producción y los precios. “Desde la recta final de la pandemia facturamos más, pero ganamos menos, porque el coste de la materia prima es brutal y sí a eso sumamos la energía…”, dice Ortiz, un ejemplo de lo que viven otros empresarios del polígono día a día.

Ampliar

Por eso, desde la Entidad de Conservación, integrada por una representación de los empresarios e industriales del polígono, se busca soluciones. Y la primera de ellas pasa por crear comunidades energéticas. “Sería crear comunidades de este tipo entre vecinos, instalando en los tejados de las naves placas fotovoltaicas, consiguiendo abaratar costes energéticos, hacer empresa más eficientes y energéticamente más sostenibles”, afirma Martínez.

Pero antes de esto, todo el polígono tiene que afrontar otros retos muy importantes como la sustitución de uralita que recubre casi todos los tejados. Para este cambio la Entidad negocia con el Ayuntamiento fuenlabreño y la Comunidad de Madrid para que se incremente la subvención del 30% que se concede para mejoras en áreas industriales. “Estamos intentando que la ayuda sea mayor, porque no es lo mismo actuar en un polígono de 15 años que en otro con 50 y con uralitas en sus tejados, como el nuestro”, dice Ortiz.

Una vez dado ese paso, afirma Martínez, “habría que hacer un estudio previo para conocer a qué vecinos les interesaría el formar parte de comunidades energéticas”, y apostar por cambio de paradigma, que ha comenzado en algunas empresas, que cuentan ya con placas solares.

Conscientes de la potencia de esta zona industrial, tienen en marcha otros proyectos con la colaboración del Consistorio fuenlabreño, como la creación de un puerto seco de mercancías o la aspiración de contar con un apeadero de Renfe para facilitar el acceso a trabajadores y clientes. Se estima que unos 32.000 vehículos pasan al día por el polígono.