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José Benavente, el campanero de San Martin de la Vega que mantiene una tradición declarada Patrimonio Cultural Inmaterial

La Unesco ha distinguido de esta forma el toque manual de campanas español. Benavente habla en SER Madrid Sur sobre una profesión que se acaba

José Benavente, campanero de San Martín de la Vega, habla de esta profesión tras la declaración de la UNESCO de Patrimonio Cultural Inmaterial el toque manual de campaña español.

San Martín de la Vega

El repicar de las campanas de una iglesia es uno de los sonidos que más apelan a los recuerdos de pequeños pueblos y tiempos pasados en donde eran mucho más que una llamada a la misa correspondiente. Las campanas se convirtieron durante mucho tiempo en un medio de comunicación entre poblaciones. Se podían ‘tocar’ a difunto, anunciar un fuego o un peligro cercano, entre otras muchas modalidades que todo el mundo sabía interpretar.

Con el paso del tiempo, todo cambió y la figura del campanero empezó a desaparecer, pasando a llamar a misa con un toque de campanas para el que sólo había que dar a un botón. Nada que ver.

Sin embargo, en el sur de Madrid todavía hay un hombre que sigue protegiendo y mimando lo que la UNESCO acaba de declarar Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. José Benavenate, tiene 72 años y todavía sigue siendo el campanero de la Parroquia Natividad de Nuestra Señora de San Martín de la Vega, aunque nos pide que no le llamemos así porque sólo toca de forma manual en ocasiones destacadas, el resto se hace utilizando el método moderno, para el que sólo hay que pulsar un botón.

“No soy campanero, lo hago de vez en cuando”, dice José, quien cita de memoria los días en que sube al campanario con sus queridas campanas. “Lo hago el día de San marcos, patrón del municipio, el día de la Virgen del Carmen y del Rosario, muy celebradas aquí, y el día de San Martín. Toco cuando sale el santo o la virgen en procesión, el resto de días del año es el párroco el que lo hace a través de un sistema eléctrico”, afirma.

Difícil relevo

Todavía recuerda como empezó tocando, siendo monaguillo en su adolescencia. “Yo estaba con otros tres chicos ayudando al cura como monaguillo y entonces fue cuando aprendí a tocar las campanas”. Entonces aprendieron a tocar “a muerto, por una boda, cuando había un bautizo, para acudir a misa…, hay muchos y cada cosa es un toque”.

Por eso, cada vez que se sube al campanario a dar brío a dos de las cuatro campanas, con nombre en latín, indescifrable para él, le vienen los recuerdo. Como cuando había un funeral en el pueblo y el cura iba a llamarles al colegio, a lo cuatro monaguillos, para que tocaran a difunto.

Ahora el relevo para esta profesión, que para muchos es casi afición, está más que difícil. “Yo digo que a ver si hay algún maletilla que me quiera seguir”. Hace unos días subió con su nieto de 12 años, pero reconoce que, aunque le fascina, no se le despiertan las ganas de aprender. “Lo ven, lo escuchan pero no se atreven a darle”, afirma riendo. No obstante, orgulloso de lo que durante tantos años ha hecho y sigue haciendo, nos invita a los de la radio a ir a ver cómo suenan esas campanas de San Martín de la Vega. “Si quieres venir te pego un toque de campanas, que no veas”