"No solo es el frío, es que duermes alerta por si alguien te roba o te pega una paliza": el relato de Juan Carlos, una persona "sin hogar"
El centro de acogida de Juan Luis Vives no solo brinda alojamiento, también ofrece herramientas para que no se cronifique la segregación que sufren las personas en situación de calle
A vivir Madrid: centros de acogida
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Juan Carlos se quedó en paro durante la pandemia, no pudo pagar el alquiler y no le quedó otra opción que vivir en la calle. Estuvo meses vagando por la zona de Goya, sobreviviendo a la noche en andenes de metro, con un saco de dormir "de los buenos buenos", que le regaló un vecino de la zona. Una vez que te quedas sin hogar es muy difícil volver a acceder a un empleo, porque no descansas , porque enfermas, porque no puedes asearte. "Trabajando 8 o 10 horas y durmiendo en la calle, aguantas dos o tres días no más. No solo es el frío y el ruido, es que además estás alerta de que no te roben o te peguen una paliza. Me llegaron a quitar el móvil mientras dormía", relata. Le duele que la gente los mire despectivamente: "Como dice la canción, la vida es una tómbola, tómbola, tómbola... Un día estás arriba y otro, de repente, abajo", sentencia.
Esta semana, el termómetro de la Comunidad de Madrid ha registrado hasta 6 grados bajo cero, en algunos lugares de la región. Temperaturas que multiplican la vulnerabilidad personal y física de las personas sin hogar. Desde el Ayuntamiento han intensificado la labor de los equipos de calle, unidades del Samur Social que se encargan de la vigilancia y la identificación de las personas sin hogar. Tratan de buscarles plaza en algún centro de acogida o, en caso de que la rechacen, identificar sus necesidades y ayudarles a conseguir una prestación, gestionarles los documentos o cubrirles aspectos sanitarios. Además, entre noviembre y marzo, se suman 600 plazas en albergues, a las 1800 que hay permanentes.
JUAN LUIS VIVES: UN HOGAR DE TRÁNISTO
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Romper el círculo de la pobreza
Al centro de acogida de Juan Luis Vives, vienen derivadas personas como Juan Carlos, donde no solo les resguardan del frío, sino que tratan de ser un hogar de tránsito, un lugar donde trabajar la capacitación, que permita romper con el círculo de la pobreza. Muchos son chicos muy jóvenes, que se encuentran en situación de calle tras una migración de carácter económico, personas procedentes de la trata o gente que ha perdido su trabajo, sin tener un colchón familiar. "Les brindamos el apoyo que necesiten para salir de esa situación, por eso trabajamos para fomentar la autonomía, de manera individual con cada persona usuaria", explica el coordinador adjunto, Jacobo Vázquez.
En las habitaciones se alojan por parejas y cuentan con gimnasio, sala común, biblioteca, taller de artes plásticas, enfermería... Se les brinda formación, asesoramiento jurídico, se les diseña un plan de ahorros y ,sobre todo, tratan de mantenerlos motivados, "que entiendan que esto sea un lugar temporal, hacia otro mejor". En estas situaciones lo normal es perder la esperanza, por lo que el acompañamiento psicológico y el calor humano es vital para salir de la situación. "Siempre me preguntan qué me pasa, cómo estoy... Saben que sufro depresión ,y si me ven mal... que no quiero hablar, que no quiero comer, se preocupan mucho", cuenta Carmen Claudia, una mujer que lleva apenas un mes, y que ahora no solo duerme en una habitación caliente, sino a la que visita una psicóloga con frecuencia.
A Juan Carlos, lo han estado cuidando en el centro tras una operación de una de las caderas. "Mientras estaba convaleciente, me llamó Uber para trabajar con ellos, tuve que decir que no... En cuanto me recupere del todo, tengo la esperanza de que me acabe saliendo algo", cuenta. Su ilusión ahora es pensar que en un tiempo podrá alquilarse una habitación- "un piso uno solo en Madrid es imposible", desde la que reconstruir su vida.