La vida cotidiana de los soldados en Madrid antes de ir al frente
Se presenta en la Feria del Libro 'Crónicas de retaguardia', una compilación de 890 negativos de la Guerra Civil, que un arquitecto encontró durante una mudanza en su casa en el interior de una caja y que entregó a un experto en fotografía
Dos fotógrafos en la retaguardia
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Madrid
Rondaban los primeros años ochenta del siglo pasado. Era 1985, la casualidad quiso que en enero, por primera vez en España, militares de los dos ejércitos combatientes en la Guerra Civil participaban conjuntamente en un acto de homenaje a los soldados españoles fallecidos en contienda. Mientras, un experto en fotografía arqueológica y que se había pateado todo Madrid, haciendo fotos para el Colegio de Arquitectos, fue contactado por uno que se estaba mudando. Este ya era mayor y había decidido marcharse a una residencia, pero héteme aquí que vaciando su casa dio en un armario con una caja llena de negativos de la Guerra Civil. Juró y perjuró que no tenía ni idea del origen de esa caja y que tampoco sabía desde cuando y por qué estaba en su casa. El caso es que ambos llegaron a un acuerdo, y el especialista en fotografía arqueológica se quedó con los negativos. Desde entonces, y tal como él apunta en 'Crónicas de retaguardia': "estas imágenes han estado rodeadas de misterios y casualidades". Nunca se supo, si los negativos fueron olvidados o escondidos. Pero a partir de ese momento y hasta ahora que se han compilado por primera vez en un libro, José Latova no ha parado de investigar.
La serie se ha podido ordenar cronológicamente y también se ha recreado visualmente la secuencia de situaciones, lugares y personas. También se ha analizado el método de trabajo seguido por los fotógrafos y por encima de todo ello se han restaurado los negativos que se encontraban en un estado de conservación bastante precario. Según cuenta Latova, las fotos las hicieron dos fotógrafos pertenecientes a las brigadas de información gráfica de UGT. Uno de ellos es Antonio Gavilán Graña, que aparece retratado en varias instantáneas, y el segundo puede que fuera su cuñado: Alfredo Consuegra, durante la primera ofensiva a Madrid. Es decir entre febrero y el verano de 1937.
El primer vistazo, tras revelar los negativos fue preguntarse qué estaban contando esas fotos. La respuesta era fácil: la realidad cotidiana de unos soldados que esperaban el momento de irse al frente, y en la vida de la población en Madrid y en su región.
Durante la Guerra Civil, trabajaron en Madrid cerca de un millar de expertos en fotografía.
Myriam Soto
Redactora de Radio Madrid