¿Cómo sufre Madrid? El resultado de 25 años de políticas neoliberales ejercidas sobre la capital

Madrid

Jorge Dioni dice haberse inspirado en muchos libros para escribir su ensayo 'El malestar de las ciudades' (Arpa ); sin embargo, nos sorprende uno que tiene como título el nombre de una canción de Leonard Cohen: 'First we take Manhattan'. El libro de Daniel Sorando y Álvaro Ardura (Catarata) ahonda en como en los años sesenta del Siglo XX, algunos barrios de Manhattan se habían convertido en paisajes desolados y, cincuenta años más tarde, los pisos construidos ahí se convirtieron en los más caros del mundo. Aunque parezca sorprendente, este no es un fenómeno exclusivo de Nueva York. Uno tras otro, los centros urbanos de todo el mundo han ido cambiando. Donde había comercios tradicionales ahora se amontonan tiendas alternativas y donde vivían las personas más excluidas ahora se congregan artistas y ejecutivos. Ante estos cambios, algunos hablan de regeneración urbana y otros, en cambio, lo llaman gentrificación.

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En la película La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966), ya se esbozaba lo que casi sesenta años más tarde, Madrid iba a acabar siendo: "Madrid capital de España (…) medio millón de vehículos, baches, zona azul, kilómetros de zona azul y multas demasiadas multas, y casas, casas en construcción, montañas de casas en construcción, y bancos muchos bancos (la cámara entonces muestra un banco en un parque y la voz en off dice, de éstos no, de éstos ya no quedan) y supermercados, muchísimos supermercados. La cámara ahora enfoca a un hombre estresado corriendo, la voz en off pregunta "¿A dónde va? A la otra oficina contesta el madrileño, ¿tiene dos empleos?, No señor, cinco. Sino de dónde iba a sacar para la nevera, el televisor, el veraneo, el colegio de los niños. "¡Así no va a llegar a viejo" se preocupa esa voz en off. Ahí termina la introducción de la película. Y de aquellos polvos, estos lodos. El tráfico sigue mal, las multas no hablemos, tampoco hay donde aparcar y hacerlo cuesta mucho dinero, los supermercados se convirtieron en centros comerciales, dioses del consumismo y la gente sigue sin llegar a final de mes. Madrid es para unos pocos. Así lo dictamina Dioni : "La sociedad de consumo se basa en que grandes sectores de la población tengan excedentes garantizados para que puedan invertirlos (...) hay que comprar ropa cada temporada, electrodomésticos cada cinco años, y de coche cada diez (...) El modelo permite cambiar la oferta: productos más baratos a la mayoría que pierde poder adquisitivo y más caros a la minoría que gana poder adquisitivo, (...) el modelo acaba evolucionando en (...) crear productos que los trabajadores no puedan comprar y centrarse en la minoría que tenga más capacidad de creación de valor.

Madrid, al igual que otras ciudades del mundo es polo de inversiones, y a sus autoridades les interesa que éstas sean cada vez más y mayores, siempre a favor el empleo. Sin embargo, en muchas ocasiones, no es el empleo el que es importante, sino la especulación. Dioni en su ensayo dice : "Los señores de la tierra son los fondos de inversión (...) entre otros Blackstone, a quien el Ayuntamiento de Madrid le adjudicó 2.000 casas de la Empresa Municipal de la Vivienda, teóricamente destinadas al alquiler asequible. El proceso en el que la Administración incluso rechazó recuperar las viviendas cuando los tribunales dieron razón a los inquilinos, muestra cual es la función del Estado en la ciudad empresarial: captar la inversión y proporcionarle facilidades. Reduciendo impuestos o garantizando tanto la movilidad del mercado como a la propiedad privada".