Por cada persona que se suicida, 20 lo han intentado: voluntarios del Teléfono de la esperanza, una "tabla de salvación para quienes se están ahogando"
Los voluntarios del Teléfono de la esperanza realizan una labor muy importante para ayudar a personas con ideas suicidas
"No tenemos una varita mágica, pero siempre estamos ahí": Voluntarios al otro lado del Teléfono de la esperanza
Madrid
Hace solo unas horas que David ha terminado su guardia. Al otro lado del Teléfono de la esperanza, esa madrugada a su teléfono han llegado 11 llamadas, pero la primera de la que habla es la de una mujer con dos hijos y dos trabajos precarios que no le dan ni para pagar la luz". El resto remarca, forma parte del anonimato.
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"No tenemos una varita mágica, pero en un momento de angustia siempre estamos ahí". David y José María son dos de los 1.500 voluntarios al otro lado del 717 003 717. El primero periodista económico y, una vez por semana de madrugada, voluntario. José María, catedrático de francés jubilado, llegó hace 14 años a este "voluntariado de la palabra y la escucha" por unos amigos. Sus herramientas, la palabra, la escucha activa, "pero a veces también unos segundos de silencio en un momento en el que todo va muy rápido, tanto, como para no tener tiempo ni de hablar".
Escucha activa que les lleva a comprobar cada noche el peso que tiene la soledad, la precariedad laboral o el acoso por la orientación sexual en la salud mental. Hay vidas muy duras, te llaman con esa mochila y durante unos minutos al menos le ayudas a llevar el peso de esa mochila".
La "pandemia de la soledad" forma parte también de ese reflejo de la vida que deja este teléfono, el 717 003 717. Mujeres mayores, que llevan días sin hablar con nadie, tampoco con sus hijos, hasta que alguien descuelga el teléfono. Soledad que lleva al aislamiento aun teniendo familia y que "destruye a la persona, porque somos seres sociales", y el suicidio.
Ganar tiempo para la vida
El suicidio es el primer motivo de muerte por causa externa en nuestro país. Once personas al día se quitan la vida, pero por cada persona que se suicida, 20 lo han intentado; por cada una que lo intenta, 14 lo han pensado. Los suicidios entre adolescentes de 15 a 19 años se ha incrementado en un 36%, según datos facilitados por el Teléfono de la esperanza.
"Cuanto dolor tiene que tener una persona como para pensar en dejar de vivir". "Puede que no consigamos que olviden la idea suicida para siempre, pero sí ganar tiempo para que no lo haga hoy y mañana vaya a su médico". "Un empujoncito para tirar".
Antes de descolgar el teléfono, pasan meses de preparación y pruebas, porque tienen que estar preparados para convertirse en esa "tabla de salvación para mucha gente que se está ahogando".
Preparación que incluye también hacer frente a situaciones límite, cuando la persona que ha llamado, no solo piensa en el suicidio, sino que lo está ejecutando. "En ese caso, si no lo conseguimos frenar porque además llama desde un número anónimo, solo nos queda acompañar". "El final de la vida también forma parte de ella y ojalá no lleguen a ese punto, pero en ese momento también estamos nosotros".
Chatear, el camino de los jóvenes para pedir ayuda
Llaman la atención sobre el porcentaje de jóvenes que buscan ayuda, cada vez más y más jóvenes, a pesar de que a ellos, que son capaces de escribir por WhatsApp más rápido de lo que hablan, no les resulta fácil. Por eso se han puesto en marcha un servicio de chat que rompa esa barrera. Primero chatean, para luego poder hablar. Por eso, Carlos Grande, presidente de este voluntariado en Madrid, reconoce que ahora su reto son los más jóvenes porque el repunte de llamadas de menores de 30 años les marca el camino.
Lorena Prieto, coordinadora del Teléfono de la esperanza en Madrid, cree que cada vez hay mayor conciencia de que hay que cuidar la salud emocional, la salud mental. "Los jóvenes saben que tienen que hablar, que tienen que exteriorizar lo que les está pasando y que tienen que ponerse en manos de profesionales para poder cuidar su salud emocional"