El medievalista García Fitz actualiza su clásico sobre la batalla de Las Navas de Tolosa
Incorpora los avances historiográficos y arqueológicos de los últimos veinte años
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Fuenlabrada
El medievalistaFrancisco García Fitz actualiza en ‘Las Navas de Tolosa. La batalla del castigo’ (Desperta Ferro, 2024) el clásico que publicó en 2005 y lo hace incorporando las novedades que la historiografía (especialmente alrededor de la conmemoración del 800º aniversario del enfrentamiento) y la arqueología (con varias campañas en las últimas temporadas) han incorporado al tema.
Es difícil resumir casi 700 páginas en apenas unos párrafos pero en esa sinopsis deben aparecer algunos conceptos fundamentales.
Uno de ellos es que no en todos los casos los comandantes medievales evitaban las batallas campales, por el riesgo de que una derrota tuviera consecuencias definitivas para todo el reino. En este caso, defiende García Fitz, el rey Alfonso VIII de Castilla buscó ese encontronazo, en parte como venganza o castigo por la derrota de Alarcos (1195).
También se desmiente otro concepto que argumentan los propios cronistas contemporáneos: la trascendentalidad (recogida por fuentes de toda Europa y el Magreb). Ni Castilla ni León pudieron aprovecharse de la derrota musulmana hasta que, al menos una década después, “entró en crisis el Imperio Almohade. Hasta entonces mantiene sus fronteras de forma bastante airosa”.
Poniendo la batalla en un contexto en el que la cristiandad aún trata de recuperarse de “una derrota en sus fronteras orientales”, la de los Cuernos de Hattin (1187), también se redefinen cuestiones organizativas, de conformación de los contingentes e ideológicas en ambos bandos. Algo que permite al rey Sancho VII de Navarra sumarse a la Cruzada encabezada por su enemigo castellano, que trae a tropas europeas a la Península Ibérica, pero que también introduce el concepto yihad entre los almohades, con presencia de voluntarios andalusíes.