Mitos y leyendas sobre ponerse protector solar
¿Cada cuánto tiempo hay que echarse? ¿Se va con el agua? ¿Si no voy a la playa o piscina, hace falta?, son algunas de las cuestiones que nos resuelve un dermatólogo
Entrevistamos a Juanjo Andrés Lencina, dermatólogo y director médico de Laboratorios Ozoaqua
Fuenlabrada
El aumento de las horas de luz y la mayor incidencia solar, unidos a los cambios en el vestir y en los usos de ocio hacen que todos, en mayor o menor medida, nos veamos más expuestos al sol durante los meses de verano.
Por ello, Juanjo Andrés Lencina, dermatólogo y director médico de Laboratorios Ozoaqua, ha querido hablarnos hoy sobre la fotoprotección y desmentir algunos de los mitos más comunes sobre el cuidado de la piel en verano.
“Un mito muy común es que solo necesitamos protector solar cuando vamos a la playa o la piscina. En realidad, deberíamos aplicarlo siempre que estemos al aire libre, incluso durante actividades cotidianas como caminar o conducir, ya que los rayos UV pueden penetrar la ropa ligera y las ventanas del coche”, nos ha explicado.
Otro de los mitos más extendidos es que no necesitamos protector solar en días nublados; “la realidad es que hasta el 80% de los rayos UV pueden atravesar las nubes”, y una leyenda más apunta que las personas con piel más oscura no necesitan protección solar pero “aunque tienen una mayor cantidad de melanina, esto no las protege completamente de los efectos nocivos de los rayos UV”.
También se cree erróneamente que una sola aplicación de protector solar es suficiente para todo el día, cuando en realidad debería reaplicarse cada dos horas. "El protector solar debe reaplicarse cada dos horas, y con mayor frecuencia si estamos nadando o sudando. La cantidad adecuada es también clave; se recomienda aplicar al menos una cantidad del tamaño de una pelota de golf para cubrir el cuerpo”, señala Encina.
En caso de quemaduras solares, es crucial tomar medidas para aliviar el malestar y promover la curación de la piel, el primer consejo “es enfriar la piel con compresas frías o duchas frescas, seguido de la aplicación de una loción hidratante para calmar la irritación. Aquí es donde entran en juego los aftersun, y entre los mejores para quemaduras se encuentran los aceites ozonizados. Su capacidad para hidratar, restaurar y calmar la piel quemada los convierte en una opción eficaz para promover la recuperación rápida y reducir el riesgo de complicaciones. Además, su acción antioxidante puede ayudar a reparar el daño causado por los rayos UV y minimizar el envejecimiento prematuro”.