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Opinión

'Sommelier'

En nuestro primer Diccionario de Autoridades, en 1739, se definía como “empleo sumamente honorifico a cuyo cargo está la asistencia del rey en su retrete”

SOMMELIER

El oficio de nuestro invitado nos lleva a viajar por nuestra historia hasta el siglo XII, en que se instaló en una España que aún no era España la Casa de Borgoña. Esta dinastía se trajo a Castilla sus vinos, supongo, y el oficio de sommelier. Sin embargo, esa palabra jamás estuvo en nuestro diccionario porque muy pronto el sommelier pasó a ser sumiller para los castellanos. Con esa palabra se nombraba a los jefes de varios oficios de palacio. El más importante era el sumiller de corps. En nuestro primer Diccionario de Autoridades, en 1739, se definía como "empleo sumamente honorifico a cuyo cargo está la asistencia del rey en su retrete". A alguien debió de parecerle definición excesivamente llana y un siglo después el sumiller ya no se encargaba del retrete del rey, sino del cuarto o la cámara real. Mucho más fino, dónde va a parar...

Entre esos oficios ya se recogía también el de sumiller de cava, el encargado de los vinos y licores que se bebían en palacio. El oficio pasó más tarde de los salones reales a los grandes hoteles y restaurantes. Y así, la actual definición entró hace medio siglo, en 1970, para nombrar a la persona experta en vinos que sugiere a los clientes la bebida apropiada para cada ocasión. Sumiller ha sido durante siglos palabra de género masculino, porque masculino era el oficio. Desde 2014, la palabra ya se registra como común en cuanto el género: el o la sumiller. De momento, "sumillera", como "cancillera", es un femenino que no ha registrado nuestro diccionario.