88 años del asesinato de Lorca: "Queríamos hacer un acto en el que pudiera participar cualquier vecino de Vallecas"

Madrid

En el Paseo Federíco García Lorca, en Villa de Vallecas, hay un monumento muy singular dedicado al poeta que le da nombre. Allí, cada año desde 2016, los vecinos del barrio y los miembros de la Asociación Foro de Cultura Pueblo de Vallecas -antes mesa de Cultura del distrito-, se juntan para homenajear y recordar al de Granada el día de su asesinato. En la madrugada del 18 de agosto se cumplen 88 años.

El monumento es una especie de laberinto decorado con bajorrelieves que dan forma a los dibujos del poeta. Allí, desde siempre, juegan al escondite los niños y también lo recorren con sus patines, como si de un deseo del granaíno se tratara.

El espacio se fue descuidando con el tiempo y fue entonces cuando desde la asociación decidieron rescatarlo y convertirlo en un punto de encuentro y memoria. "Ahí fue cuando nos dimos cuenta de que este lugar podría ser susceptible de hacer pequeños actos de homenaje a su figura y, además, permitía que el público participase, porque de eso se trataba, que fuese algo popular", explica Paco García, miembro de la asociación. La obra de Federico era perfecta para animar a todo aquel que pasara por allí a leer, cantar o actuar cualquier fragmento de su prolífica obra.

"Empezó como un acto donde nos reuníamos y recitábamos sus poemas, y es verdad que llegaba cada vez más gente y después se incorporó también la música..., todo de forma voluntaria, sin ningún tipo de contratación" añade. Ahora, tras el éxito de anteriores ediciones, el Ayuntamiento participa desde la Junta Municipal.

El cariño de este grupo a la cultura les lleva a poner un empeño especial a cada edición. Cada año, eligen un tema en torno al cual gira la reunión callejera y 2024 coincide con el 90 aniversario del estreno de Yerma en el Teatro Español y también con el viaje de Lorca a Montevideo y Buenos Aires.

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Eduardo Vasco, director artístico del teatro, recuerda lo que supuso para el Español el debut de la obra en 1934: "hay que recordar que el teatro antes era mucho más convulso..., con esta inauguración hubo mucha polémica", empieza. Según recogen las crónicas de la época, hubo incluso agitadores a los que expulsaron de la sala.

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Es, en palabras de Vasco, un preludio cultural de lo que hubiera ocurrido si la guerra del 36 no lo hubiera desbaratado todo, tanto por las novedades que incluía -referencias oníricas continuas- como por lo que suponía para el desarrollo del teatro contemporáneo español. Esta tragedia rural "estaba muy ligada al proyecto de la República, muy ligada a la ideología y, por tanto, al rechazo de los tradicionalistas de lo que podrían ser, digamos, las nuevas tendencias del Teatro Español", concluye.

Ignacio Suárez, poeta, docente y periodista uruguayo, también ha estudiado la presencia de Lorca en su tierra. "Hay testimonios muy importantes de lo que entonces eran los muchachos escritores de la época", recuerda. "Era lo que luego se llamó la Generación del 45, Mario Benedetti, Idea Vilariño..., y hay textos que destacan, sobre todas las cosas, la simpatía de Federico", afirma Suárez.

Decían de él, insiste Ignacio, que era como una "campanita" y que alegraba cualquier actividad que hiciera, por muy sencilla que fuera. "Todo eso quedó", añade, "su frescura, su manera de comunicarse". "Además, fue una manera de reafirmar la defensa de la República en el Río de la Plata, y a día de hoy permanece su figura en nuestra música y en nuestro sistema educativo", termina el uruguayo.

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Ambos hitos, que dejaron una impronta en la biografía de Lorca, se recordarán esta noche frente al laberinto, que estará iluminado. De pinzas de la ropa colgarán fotografías de su protagonista y un pequeño cesto ofrecerá a todo aquel que pase los versos del poeta, por si fuera de su interés recitarlos. La poesía hecha canción también tendrá su lugar y será el cierre mágico con el que los vecinos de Villa se despedirán, un año más, de este emotivo encuentro.

"Es una cuestión de memoria, porque no se trata solo de Lorca, sino de las más de cien mil personas que junto a él están desaparecidas en cunetas; es un homenaje para que los vecinos recordemos nuestra historia, y es, en definitiva, un acto en la que no ser un mero espectador, sino su parte activa", reflexiona Paco.