“El mismo Cid se vistió la lóriga… y ciñó la espada” o cómo era la guerra en la Edad Media
La Ergástula publica dos nuevos volúmenes de su colección de historia militar centrados en Al-Andalus y el armamento
Fuenlabrada
La historia militar medieval se viene estudiando desde hace unas décadas no como ese compendio de heroicidades, valor y testosterona, sino como un reflejo de una sociedad, de una economía, de una religión, de un urbanismo, de avances tecnológicos, de una política… a través de la cual podemos entender mucho del momento que estudiamos.
La editorial La Ergástula comenzó hace cuatro años una colección (Guerra medieval ibérica) de la que hoy reseñamos los dos últimos volúmenes.
En ‘Al-Andalus y la guerra’ (La Ergástula, 2024), Javier Albarrán coordina a otros catorce autores para saldar la deuda con la historia militar andalusí, gran olvidada de este campo en la Península Ibérica.
Entrevistamos al historiador Javier Albarrán, que ha coordinado un libro sobre la historia militar andalusí
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Entre otras cosas ayuda a aclarar o desmentir mitos como que la sociedad andalusí estaba poco militarizada (y eso provoco la llegada de contingentes bereberes, el uso de mercenarios cristianos o la irrupción de los imperios norteafricanos), que no hubo yihad o si las razzias (campañas rápidas de saqueo) eran el único ejercicio militar andalusí.
“Hemos intentado tener capítulos que representen a las nuevas tendencias”, nos ha resumido Albarrán, “por ejemplo, cómo el uso del arco entre los andalusíes destaca a partir del siglo XI y también usarán ballestas”.
El libro también echa luz sobre otros aspectos desconocidos: la mujer en el ámbito militar, la marina o la presencia de andalusíes en el sur de Francia o Creta donde gobernaron amplios territorios.
La época de los caballeros medievales
“El mismo Cid se vistió la loriga… ciñó la espada… blande su lanza muy bien construída, pulida en fresno… Y porta en su brazo izquierdo un escudo… llevaba un dragón pintado… Cubre su testa refulgente casco… Cabalga un caballo que un moro trajo de allende el mar y ni por mil monedas de oro lo vende”, (‘Carmen Campidoctoris: introducción, edición y traducción’, Bodelón, 1994).
La descripción que hizo el autor del ‘Carmen Campidoctoris’ (finales s. XI-XII) es la mejor imagen del caballero medieval y ejemplo de la “la eclosión de la caballería militar” que protagoniza la monografía de Darío Español Solana ‘Armamento y caballería en la Plena Edad media hispana (ss. XI-XIII)’ (La Ergástula, 2024).
Charlamos con el historiador Darío Español Solana sobre su último libro sobre armamento medieval
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De hecho, en su análisis recorre la imagen paradigmática del caballero del medioevo: espadas, lanzas, escudos, cotas de malla, corazas, caballeros a la carga o los caballos de guerra.
La situación geográfica de la Península Ibérica y la situación política, como frontera entre la cristiandad y el islam, hizo que el armamento en ambos bandos tuviera particularidades con respecto a los de sus correligionarios, a la vez que se parecía entre los dos bandos.
“El armamento es una de las dimensiones menos conocidas cuando hablamos de guerra medieval”, apunta el autor.
En el caso cristiano, esto empieza a cambiar en el siglo XI en el que diferentes fenómenos provocan una mayor influencia de los reinos al norte de los Pirineos.
Con una exhaustiva comparación de fuentes materiales, representaciones contemporáneas y textos, el autor consigue determinar la importancia social pero también económica de espadas o caballos de guerra (aspecto, este último, especialmente interesante). “Podían llegar a valer lo mismo que un pequeño castillo”, desvela.
Todo ello nos deja el reflejo de una sociedad marcada por la actividad militar, donde la guerra y sus preparativos son un diferenciador social.
Casi la única pregunta que queda por contestar es si esta evolución tecnológica del armamento provoca un cambio táctico o es al revés.
“No sabemos si fue antes el huevo o la gallina”, resume el historiador.