Gladiadores, la verdad detrás de la pantalla de cine
El estreno de Gladiator II coincide con la publicación de varios libros sobre estos míticos guerreros. Además reseñamos dos publicaciones más sobre el Imperio romano, una recorre los monumentos de Roma y otra es una biografía de Justiniano
Entrevistamos a Fernando Lillo y Mª Engracia Muñoz-Santos por su libro ‘Gladiadores. Valor ante la muerte’
28:34
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1730969514518/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Fuenlabrada
Si tu nombre es Máximo Décimo Meridio y has sido comandante de los ejércitos del norte y general de las legiones Félix puedo decirte, sin temor a equivocarme, que la vida no te ha tratado demasiado bien.
Bromas aparte, en el mundo de los gladiadores, como en otros muchos aspectos, el arte (pintura, cine o televisión) nos han trasladado una imagen distorsionada de la realidad histórica.
Ni está demostrado que el pulgar hacia abajo fuese una sentencia de muerte como plasmó el pintor francés Jean-Léon Gérôme en ‘Pollice verso’ (1872), ni vivían en los ‘ludus’ encerrados en jaulas como Kirk Douglas en el clásico ‘Espartaco’ (1960), ni se enfrentaban a animales en la arena como le ocurría a Russell Crowe en ‘Gladiator’ (2000) y ni mucho menos montaban rinocerontes como se podrá ver en la secuela de la película de Ridley Scott que este viernes, 15 de noviembre, llega (con Denzel Washington o Pedro Pascal en el reparto) a los cines de todo el mundo.
En ‘Gladiadores. Valor ante la muerte’ (Desperta Ferro, 2024), Fernando Lillo y Mª Engracia Muñoz-Santos desmontan estas leyendas urbanas en un libro (ilustrado magníficamente) en el que acompañaremos a los verdaderos gladiadores desde su origen (en su mayoría como esclavos botín de guerra, aunque también podían ser hombres libres con problemas económicos), pasando por su entrenamiento en los 'ludus' o cuarteles de gladiadores (que “no escuelas”, como defiende Muñoz-Santos), los combates en la arena e incluso en sus enterramientos y la fama que los sobrevivió.
Ambos autores tienen a sus espaldas una amplía bibliografía sobre el tema; Lillo ha publicado ‘El Coliseo: Historias de sangre y arena’ (Confluencias, 2023),’ Hijos de Ben-Hur. Las carreras del circo en la antigua Roma’ (Evohé, 2016) o ‘Héroes de Grecia y Roma en la pantalla’ (Evohé, 2010) y Muñoz-Santos ha hecho lo propio con Animales in Harena: Los animales exóticos en los espectáculos romanos (Entre Piedras, 2022) o ‘Gladiadores, fieras, carros y otros espectáculos en la antigua Roma’ (Síntesis, 2022).
Matarse, una manera de honrar a los muertos
Las primeras referencias a estos duelos se dan entre los samnitas (un pueblo que vivía en la montañosa zona centro-meridional de la Península Itálica) como un rito funerario de honor al difunto; los romanos lo importan y ya en el siglo III a.C. se celebran en este mismo sentido, pero, ¿cuándo se convierten en un espectáculo público?.
“Julio Cesar fue uno de los primeros políticos que aprovechó estos eventos para darse publicidad ante la sociedad”, estima Muñoz-Santos.
Más información
El final está algo más claro (su número desciende ya en el siglo III o IV d.C), aunque las causas no tanto.
“Es una conjunción de varios factores: la nueva sensibilidad cristiana las crisis económicas que hicieron decaer estos eventos que eran muy costosos de organizar y un cambio de gustos en el público, que prefería las carreras de cuádrigas. En 523 d.C., en el último espectáculo documentado en el Coliseo, ya no hay gladiadores”, considera Lillo.
¿Hubo mujeres gladiadoras?
En su mayoría eran esclavos (bien prisioneros de guerra, bien vendidos por sus amos) pero también hombres libres, por diferentes motivaciones económicas. Y la duda es si había o no gladiatrices.
“Hay muy pocas fuentes que nos hablen del tema y son complicadas de traducir porque se puede entender también que participaban como bailarinas”, señala la autora.
Estos eventos se organizaban desde en simples plazas hasta grandes recintos como el Coliseo o en las provincias de Hispania en lugares como Itálica, Tarragona o Mérida. Y los más importantes solo tenían lugar un par de veces al año aunque podían durar horas.
La fama que hoy tienen los gladiadores no se puede comparar con el éxito en su tiempo cuando existían “peñas de aficionados” (‘philoploi’ o amigos de las armas) o triunfaban entre las mujeres de toda condición (uno de los epígrafes del libro se titula ‘Locas por los gladiadores’).
Y están ahora mucho más de moda con el estreno de la nueva entrega de la película de Ridley Scott, tanto que este mes protagonizan otro libro. A finales de este noviembre, Néstor F. Marqués (@antigua_roma) publica ‘Gladiadores. Espectáculos y ocio en la Antigua Roma’ (Planeta, 2024) con un repaso riguroso a los eventos que se celebraban en la arena (luchas de gladiadores, cacerías, carreras de carros…). Marqués ya publicó este año ‘La Roma de Constantino’ (Desperta Ferro, 2024).
Precisamente también acaba de llegar a las librerías ‘La Antigua Roma en cincuenta monumentos’ (Desperta Ferro, 2024), donde Paul Roberts (responsable del departamentos de antigüedades del Ashmolean Museum de la Oxford University) recorre la historia del urbanismo de la ‘ciudad eterna’ a través de los principales hitos que se construyeron a lo largo de la historia desde la monarquía y la república hasta gobernantes como Augusto, Domiciano, Trajano, Adriano, Caracalla, Majencio o Constantino.
Así conoceremos el origen de edificios religiosos (el templo de Júpiter Óptimo Máximo, siglo VII a.C., o la basílica de San Juan de Letrán, s. IV d.C.), lugares públicos, como los foros de Augusto, Vespasiano, Nerva o Trajano o las termas de Caracalla y Domiciano, recintos deportivos (el Coliseo o el estadio de Domiciano en la actual Piazza Navona, s. I d.C., o el Circo Máximo, s. II d.C.) o tras victorias militares (el Ara Pacis, s. I.a.C., las columnas de Trajano y Marco Aurelio, s. II d.C. o el Arco de Constantino, s. IV d. C.).
Los planos, ilustraciones, fotografías y reconstrucciones ayudan magníficamente a sumergirse en un urbanismo que plasmó la riqueza, política y religión de Roma.
El libro también dedica los últimos capítulos al epílogo de esa ciudad cuando el poder se desplaza hacia la Nueva Roma, Constantinopla. Uno de los emperadores bizantinos citados es Justiniano que protagoniza y da título a ‘Justiniano. Emperador. Soldado. Santo’ (Taurus, 2024) de Peter Sarris.