José Luis Mayo Lebrija, maestro belenista de talla internacional, 40 años de pasión por el Belén

Leganés

Su pasión es el Belén. Moldear el barro para hacer con sus propias manos figuras hebreas llenas de sencillez y realismo. “He investigado sobre la época, la forma de vestir, los alimentos que utilizaban…, para trasladarlo a las figuras que creo”, con colores “muy personales, un poco terrosos”, porque no le gusta usar tonalidades muy vivas. Así lo explica José Luis Mayo Lebrija, maestro belenistas, nacido en Toledo y residente en Leganés, donde a sus 83 años continua con su trabajo en el estudio que tiene en su propia casa y en su taller de Villaverde. Sus dos hijos siguen la tradición y su hija María Mayo es la encargada de pintar las figuras que hace el padre, además de ser su mayor crítica, según cuenta en una entrevista que ambos han concedido a SER Madrid Sur.

Mayo celebra sus cuarenta años de profesión belenista, un gran maestro en este ámbito que ha tenido una proyección internacional. Los encargos para figuras y belenes le han llegado de países como Francia, Alemania, China, Suiza, Austria, Italia, Canadá, México o Argentina, entre otros muchos lugares. “El más importante y el primero fue un Belén monumental que hice para la plaza de la Villa de París, delante del Ayuntamiento, en 1987”. Luego llegaron muchos más encargos. Sus figuras se pueden ver en numerosos belenes de nuestro país, como ocurre estas navidades con un gran Belén ubicado en Fuenlabrada. De dos de ellos, se siente especialmente orgulloso. “Otro de gran tamaño que hice fue el del Ayuntamiento de Madrid, hacer un Belén como éste es un orgullo, al igual que el que hice para la catedral de Toledo”, ciudad donde nació.

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Inicios con tan solo 14 años

“Cuando empecé a hacer figuras de Belén no me figuré que llegaría a donde he llegado. Tenía 14 años. Entré en un taller de un artesano murciano en Madrid, José Oliva, que hacía figuras de Belén y estuve como siete años, luego fui a una fundición de esculturas… trabajé en varias cosas”. También pasó por un taller de Algete y estuvo seis años como pintor de coches en Talbot, hasta que le llegó su gran oportunidad para volver a hacer lo que le gustaba, trabajar el barro, moldear figuras para el Belén, pero no cualquier figura, tallas artísticas de gran valor que le han llevado a un reconocimiento dentro y fuera de nuestras fronteras.

Mayo reconoce que hacer esto es su gran pasión y cualquier momento es bueno para crear. “Me ha pasado a veces de levantarme por la noche y ponerme con el barro o hacer un boceto para que no se vaya la idea, porque si te viene la idea y lo dejas para el día siguiente, se te ha olvidado”, cuenta entre risas.

Cuando comenzó rompió con la tradición del Belén de la época. “Entonces se conocía el Belén de cacharrería, el que se hacía en Murcia y se vendía en las cacharrerías, o el de Olot, yo rompí con esa tradición e hice algo diferente”. Y es que tiene claro que el Belén es arte, pero también “es catequesis y quiero trasladar ese sentimiento religioso al hacer mis figuras”.

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La segunda generación

Su hijo e hija mantienen la tradición. Son la segunda generación que se dedica al belenismo. Su hija María, presente también en la entrevista, reconoce que pudo elegir hacer otra cosa, pero el haber vivido desde pequeña en ese ambiente fue decisivo. “En casa siempre ha habido un estudio y desde pequeña le he visto trabajar, es algo que vas bebiendo y aunque la vida te ofrece otras alternativas, he optado por ésta”.

Y ella lo vive con tanta pasión como su padre. “A veces retornan a nosotros piezas que se han roto manos, orejas… por problemas de embalaje o porque han sido maltratados y al final te termina doliendo”. Reconoce que es una “satisfacción” continuar con “un legado que comenzó hace unas décadas”, porque “te sientes un eslabón más, aunque también haya la carga no sólo del apellido, sino por la autoexigencia en tu trabajo”.

Sobre la evolución del Belén, María reconoce que hay un resurgir, aunque se cuidan mucho menos lo destalles. “Ha mediados del siglo XX surgieron muchas asociaciones de belenistas que impulsaron la tradición, pero después se estancó y ahora ha vuelto a resurgir como demuestra la existencia de agrupaciones que se unen porque quieren fomentar el belenismo”. Ese resurgir también se observa en cuestión de nuevos artesanos, aunque “su cara B es que se va deteriorando un poco el tipo de Belén que queremos construir. Queremos que sea rápido y útil y no se pone el detalle suficiente que debe tener”, explica.

Y así en esta evolución que es la vida y una carrera profesional continua José Luis Mayo Lebrija, quien asegura que estará al pie del cañón mientras las la vista, las manos y la mente se lo permitan. Que sea por muchos más.