La primavera la piel altera
El aumento de horas solares, el polen o la humedad afectan a nuestra piel y nuestro cabello

Entrevistamos a Juanjo Andrés Lencina, dermatólogo y director médico de laboratorios Ozoaqua,
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Fuenlabrada
Con la llegada de la primavera, nuestra piel se enfrenta a nuevas condiciones ambientales: más sol, más polen y cambios en la humedad, por eso con Juanjo Andrés Lencina, dermatólogo y director médico de laboratorios Ozoaqua, nos preguntamos qué cambios experimenta nuestra piel en esta estación.
“La primavera supone una transición importante para nuestra piel. Tras los meses de frío y sequedad del invierno, la subida de temperaturas, el aumento de horas de luz y la mayor exposición al sol generan nuevas necesidades. La piel comienza a producir más sebo, lo que puede favorecer brotes de acné o agravar cuadros como la rosácea. También aumenta la sensibilidad en personas con dermatitis atópica, que pueden notar más picor o enrojecimiento debido a los alérgenos ambientales, como el polen. Además, la radiación ultravioleta incrementa de forma progresiva, y muchas veces no somos conscientes de ello hasta que ya se han producido daños. Por eso es tan importante anticiparse y adaptar los cuidados", señala.
Precisamente la radiación ultravioleta debería motivar que cambiemos nuestro protector solar en primavera.
"Es un buen momento para revisar la fotoprotección, tanto en la cara como en las zonas expuestas del cuerpo. A menudo en invierno usamos texturas más densas, pero con la llegada del calor es preferible elegir fórmulas ligeras, como geles o emulsiones oil-free, especialmente en pieles mixtas o grasas. Es fundamental que el protector solar tenga un FPS de al menos 50 y protección de amplio espectro, es decir, frente a UVA y UVB. Y no hay que olvidar reaplicarlo cada dos horas si estamos al aire libre, incluso en días nublados. Incorporar la fotoprotección como parte de la rutina diaria es uno de los mejores gestos para la salud de la piel a largo plazo", apunta.
La primavera también es época de alergias y afecta a la piel.
"El aumento de polen y otros alérgenos ambientales puede provocar brotes de urticaria, dermatitis alérgica y agravar problemas ya existentes como la dermatitis atópica. Las personas con piel sensible pueden notar enrojecimiento, picor, inflamación o sensación de ardor. También es frecuente el lagrimeo ocular y la irritación nasal, lo que lleva a frotarse la cara con más frecuencia, generando incluso eccemas por fricción. En estos casos, es recomendable utilizar productos calmantes, con ingredientes como la niacinamida o los aceites ozonizados, que tienen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes y regeneradoras. Además, ayudan a reforzar la barrera cutánea, reduciendo la reactividad de la piel", explica el dermatólogo.
Por eso con el cambio de estación deberíamos modificar nuestra rutina de cuidado de la piel.
"Igual que adaptamos la ropa, la piel necesita cuidados diferentes. En primavera podemos sustituir cremas muy untuosas por texturas más ligeras que mantengan la hidratación sin aportar grasa. La limpieza también es clave, sobre todo para eliminar restos de polen, contaminación y exceso de sebo. Y, de forma progresiva, podemos reintroducir exfoliaciones suaves para ayudar a renovar la piel tras los meses de frío, siempre con precaución si la piel está sensibilizada. También recomiendo prestar atención a los labios y el contorno de ojos, zonas que a menudo se descuidan y que son especialmente sensibles al sol y al viento", enumera.
Muchas personas notan además cambios en el cabello con la llegada de la primavera, "es muy habitual. Lo que conocemos como caída estacional del cabello responde al ciclo natural del folículo piloso. Durante la primavera y el otoño se produce una mayor proporción de cabellos en fase de caída (telógena), lo que puede generar una pérdida más visible, pero transitoria. En la mayoría de los casos no se trata de una patología, aunque sí puede preocupar. Lo importante es diferenciar una caída fisiológica de una patológica. Si hay pérdida de densidad o zonas claras, conviene consultar. Para apoyar al cabello durante esta fase, recomiendo una alimentación rica en hierro, zinc y biotina, así como el uso de productos suaves para el cuero cabelludo. Los aceites ozonizados también pueden ser muy útiles, ya que ayudan a equilibrar la microbiota, calmar la inflamación y mejorar la salud del folículo piloso", asegura Andrés Lencina.
Para cerrar, en resumen, "lo más importante es anticiparse a los cambios. Limpiar bien la piel, mantenerla hidratada con texturas más ligeras, protegerla del sol todos los días y no olvidar zonas como el cuello, el escote o las orejas. También prestar atención al cuero cabelludo y al cabello, sobre todo si notamos más caída de lo habitual. Si hay alergias, lo ideal es reforzar la barrera cutánea con productos calmantes y evitar factores que puedan irritar la piel. Y, como siempre, si hay dudas, molestias persistentes o cambios importantes en la piel o el cabello, lo mejor es consultar con un dermatólogo".

David Sañudo
David Sañudo es el director y presentador de ‘Hoy por Hoy Madrid sur’ desde 2006; además es el responsable...




