El orgullo de ser vieja

Fuenlabrada

Hoy proponemos charlar sobre las maneras en las que envejecen las mujeres y que no podemos desvincular de algunos estereotipos de esta etapa vital como son “la menopausia, el síndrome del nido vacío, la jubilación, incluso la “no jubilación”, porque las mujeres seguimos siendo las eternas cuidadoras de todos y de todo”, comienza Mirian Sobrino, sexóloga y matrona en atención primaria de la Comunidad de Madrid.

“Envejecer es parte de la vida, es un proceso inherente al ciclo vital. Pero existen factores como el edadismo, la devaluación del cuerpo femenino mayor, la entrega del tiempo sin reciprocidad y las enfermedades crónicas, que determinarán las experiencias de las mujeres viejas”, apunta Sobrino que reconoce que “sigue costándonos usar la palabra vieja, seguramente por todas las connotaciones negativas que tiene y con frecuencia empleamos otras como anciana, abuela, o persona mayor”.

“Visto así, cumplir años, la longevidad, es un don que no se nos concede a todos. En este sentido las estadísticas lo avalan. Las mujeres tenemos una mayor esperanza de vida, vivimos más años, pero con peor salud percibida”, señala.

Pero la pregunta es obvia, “por qué asociamos entonces la vejez a conceptos como decadencia, achaques, incluso fealdad, en lugar de a sabiduría, autoconocimiento, mayor habilidad para la resolución de conflictos o equilibrio emocional”.

En nuestra sociedad sigue habiendo una connotación negativa respecto a la vejez “porque implica una cierta exclusión social, una desvalorización, y una pérdida de poder”.

Sobrino concluye recomendando “para todas esas mujeres que seremos viejas hay una lectura muy interesante de Anna Freixas, ‘Yo, vieja. Apuntes de supervivencia para ser libres’ (Capitan Swing, 2021).