Paula y Sonia, jugadoras de baloncesto en el suroeste de Madrid: "El deporte femenino ha evolucionado porque, por fin, han apostado por él"

Móstoles

Sonia Martínez y Paula Hormigos han dedicado la mayor parte de su vida al baloncesto, ambas han entrenado en el Femenino Alcorcón, en el Ciudad de Móstoles o en el Arroyomolinos. Incluso, Sonia dio el salto profesional al fichar por el Cartagena.

Sin embargo, desde pequeñas ambas aseguran haber notado claras diferencias respecto al equipo masculino. "Desde que teníamos muy poquitos años siempre nos han puesto las canastas grandes cuando a nosotras nos tocaban las pequeñas, los balones tampoco, siempre tallas más grandes que no nos correspondían, además de los horarios, con trece años salíamos de entrenar a las once de la noche porque las pistas estaban reservadas para los hombres", afirma Martínez.

Y no solo en lo local, también en lo profesional Martínez ha vivido desigualdades, especialmente en lo económico: “Yo tenía que estudiar, trabajar por las tardes y entrenar por las noches, mientras que el equipo masculino no tenía que compaginar nada porque sí recibían un salario digno, estando en la misma categoría”.

Hormigos, en su faceta de entrenadora, también nota estas diferencias, pero en su caso no tiene que ver con el salario o las condiciones: "En mi caso, tiene que ver con el respeto que sienten los niños más mayores hacia una mujer, que es diferente al de un hombre, tienes que entrenar a equipos más pequeños para no sentir esa presión".

Martínez y Hormigos empezaron a jugar fútbol pero acabaron en el baloncesto: “En fútbol siempre nos hacían feos”, coinciden ambas jugadoras. Ambas vieron en el baloncesto con un poco más de respeto hacia las mujeres, con más presencia femenina, con amigas y esto fue lo que les hizo decantarse por este deporte.

Los referentes que han tenido de pequeñas siempre han sido masculinos y Hormigos afirma que "no se lograba identificar con ellos". También comparten experiencias explícitas de situaciones que han vivido, como ser las últimas en ser elegidas en el patio del colegio solo por ser mujeres, lo que les hacía sentir claramente subestimadas, tal y como relata Hormigos. Martínez, por su parte, traslada esa sensación al ámbito profesional, donde ha vivido desigualdades aún más evidentes: "Me ha dado la sensación de que tenía que trabajar el triple por estar jugando al baloncesto y ser mujer, yo estaba en la misma categoría que muchos hombres y ellos sí cobraban". Además, Martínez es contundente al hablar de las dificultades del deporte femenino: “No se puede vivir del baloncesto, a no ser que te dediques a ello profesionalmente”.

En los 16 años que han dedicado al baloncesto, aseguran que solo han tenido una figura femenina como entrenadora, y ni siquiera era la principal, sino la segunda entrenadora. “El entrenador asumía un rol autoritario: castigaba, daba órdenes... Mientras que ella tenía un papel más maternal, se encargaba de consolarnos o animarnos”, recuerdan.

Ambas coinciden en que esta situación no es aislada, sino que se repite en toda la Comunidad de Madrid. “Hay muy pocas entrenadoras dirigiendo clubes femeninos, y la mayoría solo están al frente de equipos de categorías inferiores”, denuncian. Para acabar con estas injusticias Martínez afirma que "hay que apostar por las mujeres, que hagan leyes para protegerlas, dar apoyos económicos y más visibilidad".

Para cerrar, Hormigos lanza un mensaje dirigido a las jóvenes que vienen detrás: “Van a encontrarse con muchas barreras, adversidades y subestimaciones solo por ser mujeres. Pero deben romper con todo eso, confiar en sí mismas, tomárselo como una motivación y no rendirse nunca”.