El enigma eléctrico del poltergeist de Rosenheim, un misterio que aún divide a científicos y creyentes

Alcobendas

En diciembre de 1967, la tranquila localidad de Rosenheim, en Baviera (Alemania), se convirtió en escenario de uno de los casos más célebres y documentados de presunta actividad poltergeist. Todo comenzó en un despacho de abogados, donde extraños sucesos empezaron a repetirse: lámparas que estallaban de forma repentina, bombillas que se desenroscaban solas, cuadros que giraban en las paredes y teléfonos que realizaban llamadas automáticas sin que nadie los tocase.

Los fenómenos no solo fueron observados por los trabajadores de la oficina, sino también por técnicos de compañías eléctricas, ingenieros, policías e incluso periodistas que acudieron a investigar. Lo más inquietante es que muchos de los aparatos registraron anomalías reales en la instalación eléctrica, como si una fuerza invisible manipulara el sistema.

Pronto las sospechas se centraron en una joven empleada de 19 años, Annemarie Schneider. Se decía que los fenómenos parecían intensificarse cuando ella estaba presente y cesaban cuando abandonaba el edificio. Algunos investigadores defendieron la hipótesis de que se trataba de un caso clásico de poltergeist vinculado inconscientemente a la energía psíquica de la muchacha, mientras que los más escépticos señalaron posibles fraudes, manipulación de pruebas o simples fallos técnicos.

El caso, conocido desde entonces como el poltergeist de Rosenheim, sigue dividiendo a creyentes y escépticos. Para unos es la prueba de que existen fenómenos paranormales difíciles de explicar con la ciencia actual; para otros, no es más que un ejemplo de cómo la sugestión y el deseo de misterio pueden amplificar sucesos cotidianos.

Más de medio siglo después, el expediente continúa abierto en el imaginario popular, como uno de los enigmas más fascinantes de la historia reciente. De ello hablamos en nuestro espacio de Enigmas y Misterios de esta semana, con Álvaro Martín.