Jarabo, el asesino elegante que estremeció a la España de los cincuenta

Alcobendas

En la sección “Enigmas y Misterios” con Álvaro Martín abordamos esta semana la historia real y escalofriante de José María Jarabo Pérez-Morris, un caso que conmocionó a la España de finales de los años cincuenta y que terminó con la ejecución del condenado. Entre el 19 y el 21 de julio de 1958 Jarabo acabó con la vida de varias personas en Madrid —cuatro adultos, una de ellas embarazada— hechos por los que fue detenido y, tras un juicio que acaparó la atención pública, condenado a pena de muerte y ejecutado por garrote vil en 1959.

Jarabo nació en Madrid el 28 de abril de 1923 en el seno de una familia acomodada; en la posguerra su familia se trasladó a Puerto Rico y él pasó temporadas en Estados Unidos, donde acumularía antecedentes penales y una vida marcada por el juego, el alcohol y el derroche. De regreso a España a comienzos de los cincuenta, se encontró sin recursos y comenzó a vivir de engaños y estafas hasta que una cadena de deudas y relaciones personales tóxicas lo arrastraron al crimen.

El móvil inmediato de los asesinatos estuvo vinculado a una joya empeñada y a una relación sentimental complicada. Jarabo mantenía una relación con una mujer inglesa, a la que había regalado un anillo de brillantes que ella exigía recuperar; el anillo había sido empeñado en una casa de empeños —Jusfer— y la concatenación de exigencias económicas y chantajes acabó por empujar a Jarabo a una espiral violenta para tratar de recuperar la pieza y borrar pruebas de su vida privada.

Los hechos, sucedidos en apenas tres días, se produjeron así: la madrugada del 19 de julio Jarabo entró en el domicilio vinculado a los prestamistas y en esa vivienda —ubicada en la calle Lope de Rueda— murieron Paulina Ramos Serrano, empleada de la casa, y María de los Desamparados (Amparo) Alonso Bravo, esposa del propietario, que resultó estar embarazada; en el transcurso de esos episodios también falleció Emilio Fernández Díez. Posteriormente, el 21 de julio, Jarabo asesinó a Félix López Robledo en la casa de empeños sita en Alcalde Sainz de Baranda. La violencia y la intención de simular otras circunstancias en la escena del crimen hicieron de este suceso una de las causas más mediáticas de la época.

La detención llegó poco después. Jarabo, tras cambiarse la ropa ensangrentada y llevar el traje a una tintorería de confianza, llamó la atención de los dueños, que avisaron a la policía; las pesquisas policiales y la coincidencia de indicios llevaron a su arresto en julio de 1958. En su declaración ante las autoridades fue describiendo los hechos, y la instrucción dejó paso a un juicio que, por su morbo y repercusión social, llenó la sala de espectadores durante los días de la vista oral.

El juicio arrancó a finales de enero de 1959 y culminó con la condena a cuatro penas de muerte —con las accesorias correspondientes— por los homicidios cometidos. La causa fue seguida con enorme expectación por la prensa y la sociedad del momento, que no desaprovechó ningún detalle del proceso ni de la personalidad del acusado.

El 4 de julio de 1959 se llevó a cabo la ejecución por garrote vil. Los relatos contemporáneos y posteriores subrayaron la dureza del procedimiento: la ejecución se prolongó y la descripción de la agonía alimentó debates sobre la pena de muerte y sobre el modo en que se administraba en España en aquel periodo histórico.