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Las desaparecidas calles d’En Cruïlles y de la Junquera

La manzana donde se encuentra el Convento del Carmen es la más extensa de Ciutat Vella. La propia construcción del cenáculo fue cerrando viejas calles de trazado islámico desaparecidas hace siglos, pero su huella es todavía perceptible en la trama urbana.

Luis Fernández callejeando por el Carmen

06:28

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Valencia

La Orden de Nuestra Señora del Carmen se instaló en Valencia allá por el año 1280. Para levantar su convento, los religiosos adquirieron unos huertos extramuros en el barrio de Roteros que pronto se quedaron pequeños para la magna obra que allí se debía edificar. Para ello compraron nuevos terrenos e incluso cerraron el paso por un par de calles perpendiculares al río y paralelas a la del Padre de Huérfanos, que seguían la trama islámica del barrio de Roteros. Posteriormente, la que es la manzana más extensa de toda Ciutat Vella, delimitada por la calle Blanquerías al norte, Padre Huerfanos al este, plaza del Carmen y calle Museo al sur, y Salvador Giner y Portal Nou al oeste, se fue configurando a lo largo de los siglos condicionada por la construcción, en su flanco septentrional, de la muralla cristiana en el siglo XIV y de nuevas edificaciones, como el desaparecido palacio de los Condes de Alacuás hacia el siglo XV, el Convento de San José a principios del siglo XVII o la Gran Asociación de Beneficencia Domiciliaria en el XIX.

Precisamente, desde mediados del siglo XIX, la fisonomía de la manzana fue transformándose a pasos agigantados. Se desmanteló la muralla, y el Convento del Carmen fue desamortizado y transformado en Museo y sede de la Academia de San Carlos. El Palacio de los Condes de Alacuás fue derribado después de la Guerra Civil, y en el solar resultante se ideó un jardín presidido por una fuente y la escultura Niños Jugando de Mariano Benlliure. Se construyeron nuevos edificios de viviendas a lo largo de todo el perímetro, entre ellas la casa que actualmente es el museo de Benlliure.

La antigua trama de calles dispuestas en espina de pez del viejo arrabal también se diluyó entre muros y medianeras, y la toponimia inherente ya no fue incluida en el nomenclátor oficial que empezó a redactarse a finales del siglo XVIII. Pero a pie de campo y en la cartografía actual, todavía podemos observar la huella que estas calles han dejado en la ciudad, así como también rescatar las denominaciones que tuvieron en su día, gracias al plano del padre Tosca.

El indicio más evidente se encuentra entre los números 13 y 14 de la calle Blanquerías, se trata de un pequeño pasillo entre las fachadas de ambas fincas que no es otra cosa que el fósil de la calle que Tosca denominó en su plano como carrer d’En Cruïlles, un atzucat cuyo origen se remonta, como hemos dicho, a la trama viaria islámica del arrabal de Roteros que fue seccionada por la construcción del Convento del Carmen. El nombre, parece evidente, hace referencia al linaje Cruilles que llegó a Valencia en la conquista y tendría aquí unos terrenos de su propiedad. La otra calle desaparecida es más difícil intuirla en la actual estructura urbana, pero su trazado partiría desde el lateral de la casa museo de Benlliure, en el muro donde se encuentran los paneles cerámicos de Philips, hasta desembocar entre los números 8 y 10 de la calle Museo, dividiendo los huertos del Carmen y de San José. Según Tosca y Orellana, esta calle era conocida como carrer de la Junquera, seguramente por ser esta una zona típica de marjal de la ribera del río donde crecían los juncos a los que alude el nombre.

 
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