La calle de Josep Iturbi antigua de la Xerea

Valencia

El barrio que hoy conocemos como La Xerea, situado en el sector nororiental de Ciutat Vella, toma su nombre de una de las principales puertas de la muralla árabe que se encontraba aproximadamente en la actual plaza de San Vicente Ferrer, justo en frente de la fachada de la iglesia de Santo Tomás. Con el paso del tiempo, la principal calle del arrabal homónimo, también tomó el nombre de Xerea, aunque documentados en múltiples versiones corruptas: Xarea, Exerea, Xedrea, Eixedrea, etc. La calle de la Xerea, por trazado y denominación, fue un bello ejemplo de nuestro pasado árabe, hasta que en el siglo XX en plena reforma urbana y del nomenclátor, el viejo topónimo fue sustituido por el del músico José Iturbi.

Hermano de la también pianista Amparo Iturbi, José Iturbi Báguena, Pepe para los valencianos, fue un pianista, compositor y director de orquesta que nació en la calle d’En Blanch en 1895, pero posteriormente fijó su residencia en la cercana calle de la Xerea, vía que desde 1934 lleva el nombre del músico precisamente por eso. Porque vivió allí, y porque desde allí catapultó el nombre de Valencia a todos los rincones del mundo.

Se formó en Valencia, Barcelona y París, y con 35 años dio el salto a Estados Unidos, donde alcanzó la fama mundial. Fue un genio de la música, y como tal, fue dejando su huella en todas las orquestas y filarmónicas que dirigió en Norteamérica: Chicago, Nueva York, Detroit, Filadelfia, etc. La Metro Goldwin Mayer le fichó para que le pusiese música a sus grandes comedias de los años 40, entre ellas la mítica Levando Anclas, consiguiendo un éxito abrumador, dos discos de oro y siendo el primer valenciano que triunfaba en Hollywood y en tener una estrella en el Paseo de la Fama.

A pesar de su caché internacional, en 1956 quiso volver a Valencia a dirigir la Orquesta Sinfónica, a la que lideró durante dos años y con la que realizó una gira en beneficio de los afectados por la Riada de 1957. Su amor por Valencia fue incondicional toda su vida, y cuentan sus biógrafos que fue enterrado con un puñado de chufas en su mano y cubierto con la señera. Es director honorario perpetuo de la Orquesta Sinfónica de Valencia, y el Conservatorio Municipal y una sala del Palau de la Música llevan su nombre.