La línea 10 que pudo ser y no fue

València

El que les habla siempre ha sido un ferviente defensor de una red de transporte lo más amplia y ambiciosa posible. De hecho he de reconocer que los 5 kilómetros de la actual línea 10 me parecen pocos, que esa corta distancia reduce sensiblemente las oportunidades de movilidad. Creo mucho más en las líneas más largas y que conecten barrios mucho más alejados. Por esa razón, siempre he defendido que la línea 10 de metro debía construirse tal y como se diseñó en origen, cuando todavía era la T2. Es decir, atravesando en subterráneo el casco histórico hasta salir en superficie por la calle Almassora. Un proyecto que en su día ya se estimaba costoso económicamente y cuyo gasto a día de hoy resultaría hasta obsceno con las urgencias que todavía existen.

Por eso, la propuesta que este jueves llevará el PP al pleno no deja de ser un brindis al sol, un imposible, porque todo el mundo sabe que una administración tan endeudada como la autonómica no se puede embarcar en una obra pública de este calibre.