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Historia

La València Olvidada: Dos mil años de puerto

Francisco Pérez Puche relata algunos de los acontecimientos históricos que han tenido al puerto de València como protagonista

La València olvidada (06/10/2022): Dos mil años de puerto

La València olvidada (06/10/2022): Dos mil años de puerto

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València

Nos situamos hoy en el puerto y junto al Edificio del Reloj, la Estación Marítima, donde el capitán general va a pasar revista a las tropas que van a embarcar hacia Marruecos. Mil trescientos ochenta y tres soldados que van a la guerra...

Y hacemos este salto en el tiempo en un momento en el que desgraciadamente estamos en guerra. Y estamos en 1922. Un siglo atrás en el túnel del tiempo. España, desde julio de 1921, está en guerra contra las kábilas marroquíes de Abd el Krim y es preciso enviar refuerzos. Desde el verano del año pasado este puerto, tan activo en el envío de cajas de naranjas y de cebollas, tan solicitado para la exportación de cestas de melones a los puertos ingleses y franceses, también está siendo usado para la salida de armas, pertrechos y soldados que acuden a defender las ciudades de Ceuta y Melilla de la agresión.

Aquí hay, como podéis imaginar, muchos soldados valencianos. Y como es natural hay cientos de personas, madres, novias, hermanas... que han venido a decir adiós a los suyos. De modo que es normal que haya gritos y lágrimas. Hay escenas de amor y desgarradores momentos de tristeza. Pero hay, como en otra guerras, como ha ocurrido en este mismo puerto cuando otras generaciones iban a Marruecos, o a Cuba y Filipinas, una máscara de optimismo, de alegría juvenil entre los soldados. Sin duda que están inquietos y preocupados. Pero impera la camaradería y la convicción de que en unas semanas se va a resolver todo. Porque la verdad es que después de lo que la prensa llamó desastre, hay lucha, hay bajas, pero las cosas no van tan mal.

Buques "Poeta Arolas" y "Bellver"

Este embarque de tropas que estoy contando, el de 21 de enero de 1922, estuvo presidido por el capitán general y se hizo a bordo de dos buques valencianos, el "Poeta Arolas" y el "Bellver", contratados por el Ejército para un constante ir y venir. Los buques están empavesados, se oyen marchas militares, suenan las sirenas de los buques y hay un ir y venir de tropas y gente, de lanchas también. Porque los dos barcos de vapor están amarrados aquí mismo, cerca de la Escalera Real, el punto central de la dársena vieja del puerto que hoy llamamos la Marina.

Un embarque de tropas muy frecuente

El 21 partieron los dos barcos que he mencionado y el 25 ya estaba de vuelta uno de ellos, el Poeta Arolas, que trajo de regreso a otros mil diez militares. Veteranos, fogueados como se decía. Algunos heridos. Y muchos enfermos. Porque las fiebres causaban más bajas que las balas en aquellos tiempos. El millar de hombres fueron concentrados en el cuartel del Pilar, en la plaza del mismo nombre. Y desde allí, poco a poco, fueron tomando el tren para sus pueblos de origen, en todas las provincias cercanas, desde Murcia a Teruel pasando por Albacete, Castellón y Alicante. Porque Valencia, por esos meses, era centro de distribución de veteranos que regresaban y punto de embarque. Así es que, claro, vuelta empezar: el barco que estaba en puerto se volvía a llevar a un millar de soldados novatos. De nuevo un baño de lágrimas para sustituir a las escenas de alegría que se habían producido en el regreso.

Unas escenas demasiado duras y más si nos pusiéramos a decir que lo normal es que los soldados fueran chicos de familias campesinas, gente sin recursos y con pocos estudios. Porque los hijos de familias pudientes solían librarse, no ya en la guerra de Cuba sino en estas, de tener que ir a servicios de este tipo. De modo que quizá es mejor buscar, en este mismo puerto, escenas más agradables y dignas de recordar.

Otras escenas destacadas en la historia del puerto

Podemos empezar por los romanos, que hace dos mil años entraban por el río con sus naves de fondo plano y llegaban hasta un puerto que más o menos estaba por las actuales torres de Serranos.

Podemos hablar de la playa donde don Jaime I hizo desembarcar refuerzos o del pantalán de madera donde un día descendió, prisionero de Carlos I, nada menos que el rey Francisco de Francia. Podríamos evocar el primer puerto con muelles de piedra, en el siglo XVIII. O recordar cuando Sissi emperatriz se paseó por este puerto seguida de una sirvienta y un escolta. Nos podemos trasladar a la época en que la reina Isabel II, la nuestra, llegó a este puerto a mediados del siglo XIX, a bordo de un buque de vapor que espantó a los valencianos que nunca habían visto una cosa así, con ruedas de paleta y echando humo por las chimeneas como un demonio. Aquí donde estamos, junto a la Escalera Real, se le construyó un templete para la bienvenida. Quizá mejor que el que, en 1924 se preparó para la llegada de los reyes de Italia en el curso de una visita oficial, camino de Madrid, que paralizó la ciudad convertida en una fiesta.

Y es que por este puerto ha pasado lo mejor de cada tiempo y de cada país. Aquí ha estado Alfonso XII y después Alfonso XIII. Hay fotos que recuerdan a Manuel Azaña desembarcando y fotos en la que vemos al general Franco tomando una lancha para ir a bordo del portaviones americano "Mar del Coral" y contemplar una maniobras navales. Aquí han llegado cruceros turísticos famosos y ha estado el buque "Ciudad de Toledo", que fue una exposición flotante internacional llena de productos fabricados en España.

Los primeros aviones que despegaban del agua

Portaviones americanos que ayudaron a los valencianos en la riada junto con los barcos de nuestra Armada que viajaron a toda máquina desde Cartagena mientras cocían el pan. Y también hidroaviones que venían a bordo del portaviones "Dédalo", el primero que tuvimos. Eso pasó hace un siglo, en 1922, con la gente agolpada en estos muelles para ver aviones que despegaban desde el agua. Fue el año en que los valencianos vieron pasar sobre la playa al primer zepelín de fabricación española. Una maravilla de la ingeniería que fue superada enseguida por los grandes zepelines alemanes. Y pocos años después, en 1934, una exclusiva mundial: el Dédalo, anclado aquí en medio de la dársena, y un insecto volador que llega desde Manises y se posa en la cubierta del portaviones. Es el autogiro de La Cierva, un gran invento olvidado.

El puerto es historia viva de la ciudad. Y también historia del esfuerzo y el sacrificio que la ciudad ha hecho para tener un gran puerto. Porque Grao no significa más que playa de arena. Aquí no ha habido nunca un abrigo natural y ha sido preciso ganarle espacio al mar con la inversión de siglos y millones; e incluso con el sacrificio de una playa como la de Nazaret.

Claro que el puerto, a cambio nos da riqueza, trabajo y oportunidades. Por eso parece bastante inútil que en ocasiones haya batallas entre el puerto y la ciudad, cuando la verdad es que están, uno y otra, condenados en entenderse.

TEXTO: FRANCISCO PÉREZ PUCHE

 
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