La València Olvidada: El Palau Real
La València Olvidada: El Palau Real
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València
Sobre el Palau Real de València se ha hablado muchísimo aunque sigue siendo un gran desconocido para los ciudadanos. Muchos valencianos recodarán el Palacio Real ligado a unas importantes excavaciones que se realizaron entre los años 1986 a 1989, cuando se iba a construir el colector norte que iba a pasar por la actual calle de General Elío. Y también puede que les venga a la memoria la polémica que se montó a nivel político sobre el destino final de los restos encontrados. Después de más de dos años de tener la calle abierta, sin poder restablecerse el tráfico y de asistir a monumentales broncas mediáticas, la solución fue tapar los restos encontrados cubriéndolos con zahorras y geotextil para preservar su integridad y, sobre el asfalto de la calle, marcar en diferente color la planta de los edificios soterrados.
Posteriormente, en el año 2009, se llevó a cabo otra campaña de excavaciones arqueológicas por parte del Ayuntamiento, esta vez dentro de los jardines de Viveros, que sacaron a la luz la fachada sur del Real (la principal), cuyos restos se integraron en el jardín y son visibles para los que hagan un paseo por Viveros.
La historia del Palau Real
Sobre este edificio formado por dos cuerpos diferenciados (el Real Vell i el Real Nou) hay abundante documentación de archivo, especialmente sobre la descripción y el coste de las obras que se fueron realizando a lo largo de los siglos, los ricos materiales que se emplearon para adornar las diferentes habitaciones y capillas del palacio (techos de madera policromada, tapices, pavimentos de rajoletes de Manises, etc.), pero su aspecto es desconocido hasta una época bastante avanzada (a partir del siglo XVI) y siempre de manera incompleta a través de gravados y planos no siempre fieles a la realidad. Por ejemplo el plano de Mancelli y posteriormente los del Padre Tosca o las vistas de Winjaerde.
La imagen más realista corresponde a los planos realizados en el año 1802 por el ingeniero Manuel Cavallero, quien vino a València para ver el estado del edificio y las obras que se deberían hacer para preparar la visita del rey y su corte.
Un descubrimiento del siglo XXI
Estos planos eran desconocidos hasta el año 2004 cuando fueron localizados por el profesor Josep Vicent Boira en un archivo de Paris (Centre Historique des Archives Nationales, en los fondos personales del General Suchet) y que presentan las plantas de los diferentes pisos, con el nombre de cada habitación, la disposición de los jardines y huertos, además de diversas secciones y alzados entre los que destaca una vista frontal de la fachada principal del palacio recayente al río.
Un primer aspecto a comentar es que los monarcas de la corona de Aragón no residían siempre en el mismo lugar durante su reinado, sino que tenían la costumbre de ir cambiando de ciudad dentro de sus territorios, por lo que realmente era una corte itinerante que movilizaba un gran número de gente, tanto para el servicio personal de los reyes como para las labores administrativas. Así los monarcas tuvieron diversas residencias reales en las capitales de sus estados: La Almudaina de Mallorca, las Zudas de Huesca y Lérida, la Aljaferia de Zaragoza, el Palau Reial de Barcelona, o el palacio de Perpiñán. Afortunadamente estos palacios no corrieron la misma suerte que el Real de Valencia y se han conservado hasta la actualidad.
Un proyecto de Jaume I
Durante el asedio que las tropas feudales pusieron a la ciudad de Balansiya en 1238, el rey Jaume I residió en parte en una almunia o finca de recreo situada al norte de la ciudad, más allá del cauce del río Turia, y que al parecer perteneció al gobernador musulmán Abu Zeit. En este mismo lugar se negoció la rendición de la ciudad con el enviado de Zayyan y también desde aquí pudo ver el rey cristiano izarse su señera el 28 de setiembre de 1238 antes de su entrada oficial en la ciudad el día 9 de octubre, en la llamada torre de Ali Bufat, situada por delante de la actual iglesia del Temple, y que ha sido localizada en unas recientes excavaciones.
Después de la capitulación de València y que ésta quedara en manos de los feudales, Jaume I decidió fijar su residencia oficial en esta almunia y no trasladarse a los palacios del alcázar musulmán ni a ningún otro edificio dentro de las murallas. Pronto se dio cuenta que el edificio resultaba pequeño como sede del poder real y, a partir de 1270, decidió ampliarlo.
Más ampliaciones
Su hijo Pere el Gran continuó las obras que fueron dirigidas por el judío Vives Aben Vives, en las cuales trabajaron esclavos y vasallos musulmanes que le dejaron su impronta mudéjar, tal como se pudo comprobar en las excavaciones, donde se recuperaron yeserías decoradas como las que existían en los patios y habitaciones de palacios musulmanes, y se reaprovecharon también elementos arquitectónicos anteriores como basas de columna o capiteles, rescatados de edificios de la propia ciudad como dos basas de columnas procedentes del taller cordobés de Medina Azahara.
A principios del siglo XIV, Jaime II comenzó a construir un nuevo edificio alrededor de un gran patio y en época de Pere el Cerimoniós se realizaron grandes obras separando los aposentos del rey y los de la reina, quedando los del primero en la torre de la fachada más próxima a la puerta principal y los de la reina en el lado contrario, en la llamada torre de la Reina o torre Cremada. Estas dos torres son visibles en los restos conservados en el jardín de Viveros.
Nueva muralla
Fue la guerra contra Castilla en 1356, la llamada guerra de los Dos Pedros porque enfrentó al Ceremoniós con Pedro I de Castilla, que llevó a que se construyera una nueva muralla para proteger la ciudad y también nuevas obras para fortificar el Real que se plasmaron en la construcción de una nueva torre para defender la entrada principal y de un gran foso con agua, de más de 4 metros de profundidad, que abarcaba toda la fachada y que tenía la escarpa construida con sillares. Su técnica constructiva es similar a la que podemos ver en el foso de las torres de Serranos, que son posteriores en el tiempo, por lo que se podría pensar que Pere Balaguer, maestro de obras del portal de Serrans, quizás conoció de primera mano el foso del Palacio Real y le sirvió de inspiración.
Realmente no fue efectivo y en 1362 las tropas castellanas saquearon e incendiaron el palacio, llevándose elementos ornamentales como varias columnas de jaspe para reutilizarlas en los Reales alcázares de Sevilla.
La imagen que se dibuja del Palacio Real en época medieval a través de los hallazgos arqueológicos es muy diferente de la que posteriormente reflejan los planos del archivo de Paris de 1802. En el primer caso tenemos que imaginar un edificio más parecido a un castillo fortificado que a un palacio con arquerías y huecos abiertos en las fachadas, aspecto que iría adquiriendo a través del tiempo.
Saqueo y demolición
A principios del siglo XIX el palacio Real estaba muy deteriorado y fue saqueado por las tropas napoleónicas durante la guerra de la Independencia entre el 4 y el 9 de marzo de 1810.
En este momento, el Capitán General de València D. José Caro decide demoler el palacio alegando que así se evitaría que las tropas francesas lo utilizaran como lugar desde el que atacar la ciudad con la artillería, cosa que no se consiguió, ya que las baterías francesas se apostaron encima de las ruinas del Real. Pero no parece que fue éste el único motivo para su demolición, ya que el derribo se llevó a cabo de una manera planificada entre los meses de marzo y noviembre de 1810 y se procedió a la venta de todos los materiales recuperados como la madera, la piedra, metales, materiales de construcción, etc. de tal forma que el palacio fue demolido hasta sus cimientos.
Posiblemente en la decisión de su derribo, además de razones estratégicas, tuvo mucho peso los beneficios económicos que podían sacarse de la venta de sus materiales en un momento en que se necesitaban fondos para poder pagar los gastos de la guerra.
Posteriormente en 1814 el paraje fue aterrazado dando origen a las conocidas Montanyetes de Elío, montículos formados por parte de los escombros del palacio, en los que se fueron plantando diversas especies vegetales.
En el año 1874 la Corona renunció a su propiedad, pasando los jardines a ser gestionados por la Diputación de Valencia a partir de 1887. En 1903 se cedieron al Ayuntamiento que instaló allí una escuela de jardinería con unos viveros para plantas (de ahí el nombre de jardín de Viveros) y a partir de 1912 es cuando se va adquiriendo la fisonomía del parque que hoy todos conocemos.
Posteriormente, en los años 70 del siglo pasado la construcción del llamado edificio de la Pagoda, al inicio de la Alameda con la calle del General Elío, sin ningún tipo de control arqueológico, supuso la destrucción de la mayor parte del llamado Real Vell que sucumbió bajo las palas excavadoras.
TEXTO: PEPA PASCUAL, jefa del servicio de Arqueología del Ayuntamiento de València