Benlliure en el espacio público de València
Con motivo del 75 aniversario de la muerte del escultor Mariano Benlliure, recordamos la vasta huella que nos legó en el espacio público de la ciudad.
Luis Fernández nos acerca la obra pública de Benlliure
Valencia
Esta semana se conmemora el 75 aniversario de la muerte del escultor valenciano Mariano Benlliure, el último gran maestro del realismo decimonónico, cuya huella es más que visible en decenas de ciudades de todo el país, no en vano de sus manos salieron más de cincuenta monumentos públicos repartidos por la península Ibérica e Hispanoamérica, siendo la ciudad de València uno de sus escenarios predilectos. Sin querer ser exhaustivos, la ruta por la obra pública de Benlliure en nuestra ciudad empezaría por los conjuntos escultóricos en la fachada del Ayuntamiento, las esculturas de Juan de Ribera, en el Colegio del Corpus Christi, y del pintor Ribera en la plaza del poeta Llorente, continuando por la plaza de Cánovas donde se encuentra su conjunto escultórico dedicado al Marqués de Campo, el monumento a Cervantes en Guillem de Castro, el busto del pintor Domingo en la Glorieta y la fuente de los niños en la plaza del Carmen para acabar con los bustos de Sorolla y Escalante en el Cabañal.
También existen dos placas rotuladoras en las calles de Valencia que esconden una bonita historia sobre Benlliure y un amigo suyo, otro de los grandes artistas valencianos de entre siglos, el pintor Joaquín Sorolla. A raíz del gran éxito cosechado por ambos artistas en las secciones de pintura y escultura de la Exposición Universal de París de 1900, ambos fueron nombrados Hijos Meritísimos y Predilectos de València y representaban el máximo exponente del arte y la cultura valenciana, de la cual eran sus embajadores más universales. El 29 de julio de aquel año la ciudad les brindó un gran homenaje y se decidió nombrar dos calles en su honor: la antigua plaza de la Pelota llevaría el nombre de plaza de Mariano Benlliure, y un tramo de la calle de las Barcas sería renombrado como calle del pintor Sorolla. Según recoge Las Provincias, fue tanta la exaltación y el cariño mostrado por el pueblo valenciano aquellos días, que durante el descubrimiento de la placa de la plaza dedicada al escultor “Sorolla y Benlliure, presa de la mayor emoción, se abrazaron fuertemente, derramando abundantes lágrimas, acto que impresionó vivamente al público”.
Como anécdota cabe destacar que en un principio se pusieron unas placas rotuladoras provisionales, ya que Benlliure y Sorolla se habían comprometido con el Ayuntamiento a labrar ellos mismos las placas. Benlliure haría la de Sorolla y Sorolla, a pesar de que no era escultor, haría la de su amigo Benlliure. Pero en 1907, después de siete años de la denominación oficial, todavía no habían sido puestas las lápidas a las que se habían comprometido ambos artistas. Así que aprovechando el encargo del Ayuntamiento a Benlliure del monumento al Marqués de Campo, este realizó también las placas, no sabemos si con la ayuda de Sorolla, como así atestiguan los rótulos. En el de la calle Sorolla se puede leer a duras penas la dedicatoria: “A Sorolla, su amigo Benlliure”. Y en la de la plaza de Mariano Benlliure se intuye a sí mismo un: “A mi amigo Benlliure. J. Sorolla”. En cualquier caso, estas bellas placas son parte fundamental de nuestra memoria urbana y del paisaje cultural de la ciudad que merece, cuanto menos, la misma protección que cualquier otro monumento.