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"En casa no existe ni el rosa ni el azul", las familias LGTBI+ rompen con el binarismo en Navidad

Desde LAMBDA hablan de "alegría contenida" respecto a la Ley trans

"En casa no existe ni el rosa ni el azul", las familias LGTBI rompen con el binarismo en Navidad

"En casa no existe ni el rosa ni el azul", las familias LGTBI rompen con el binarismo en Navidad

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València

"En casa no existe ni el rosa ni el azul, mis 'hijes' igual se piden para Reyes un 'Pin y pon' que un robot. Hay tantas cosas que son neutras que no nos damos cuenta". Así se expresa Raquel Viguer, la madre de Lúa, Sofía y Tora. Tienen siete, trece y 16 años, y la más pequeña de las tres es una niña trans, la mayor es una persona no binaria, que no se identifica ni con el género femenino ni con el género masculino. Durante estas fechas muchas personas tienen que enfrentarse a preguntas asociadas a roles de género o heterosexuales; sin embargo, Raquel asegura que no han tenido que responder a muchas cuestiones "porque no tenemos por qué". No obstante, si hay que explicarlo, se explica: "Yo también era ignorante, tuve que desaprender y volver a aprender y, si hay que explicarlo 25 millones de veces, lo explico 25 millones de veces".

Hace apenas cuatro años, cuando su hija pequeña tenía tres, Raquel ya comenzó a ver que no "se ceñía al binarismo social existente" y, durante ese proceso de aprendizaje, Tora, 'le mayor', les dijo que era una persona no binaria: "Nuestro 'hije' mayor tuvo una situación sanitaria. Ha estado mal mucho tiempo, ha estado con una depresión grande. Pensábamos que era por una cosa y resultó ser por otra. Un día se armó de valor y nos dijo que era una persona no binaria". Afortunadamente, pasado el shock inicial, tal y como reconoce, lo vieron muy bien: "Fue un tránsito social muy amable porque tuvimos el apoyo de las amistades, la familia y el colegio. Tuvimos que aprender día a día de 'elles'".

La ley trans, sin ser una ley de máximos, es positiva

El Congreso aprobó el jueves 22 de diciembre la ley trans que, en lo referido a los menores trans, les permite cambiar de sexo entre los 12 y los 14 años con aval judicial; con consentimiento de padres, madres o representantes legales entre los 14 y los 16 y, a partir de los 16, sin ninguna autorización. Desde LAMBDA, su coordinador, Fran Fernández, habla de "alegría contenida" porque defiende que "va a cambiar la vida a muchas personas trans", pero también hay mucha gente que se ha quedado fuera, por ejemplo, las personas no binarias o las personas migrantes.

Según Raquel, la ley, "sin ser una ley de máximos", supone un gran avance: "'Les persones' trans ahora pueden ser 'elles mismes', ahora no tienen que pasar ante un juez".

Según asegura, en su familia nunca han sufrido delitos de odio, pero sí teme por Lúa, Sofía y Tora: "Al ver que han agredido a alguien, entra miedo, es algo que está ahí pero tienes que seguir viviendo, no puedes pararte a pensar en eso".

El deporte como espacio de distensión para la infancia trans

Para su familia son importantes los espacios como CHRYSALLIS, una asociación de familias LGTBI, o Samarucs, un club deportivo LGTBI+ que cuenta con un proyecto de infancia y adolescencia trans formado por siete menores de entre 6 y 12 años. Según Marta Claver, coordinadora de la iniciativa, su objetivo es reivindicar los derechos del colectivo a través del deporte: "El deporte, aparte de todas las características positivas que aporta, como sentirte parte de una familia y de un colectivo que te arropa, hace que te empoderes".

Con estos menores tienen un proyecto multideporte y, según Claver, les acercan a diferentes disciplinas para "generar referentes" y fomentar el cuidado del cuerpo. A su juicio, aunque en los últimos años se ha avanzado, "hay que romper con el binarismo", porque se pregunta "¿qué es ser mujer y qué es ser hombre? Es algo que está interpuesto, cada une tiene que ser realmente persona".

A futuro, Raquel lo único que espera es que Lúa, Sofía y Tora sean felices "para poder ser personas adultas sanas y válidas para poder ayudar a otras personas" porque, concluye, "menudo aburrimiento" si todos fuéramos iguales.

Ana Galarza

Redactora de informativos en Radio Valencia Cadena SER Comunitat Valenciana.

 
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