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Así es el virus de Marburgo, una enfermedad cuya letalidad media es del 50%

Este virus, que podría estar en València, causa una fiebre hemorrágica vírica de gravedad y no se ha demostrado aún la eficacia de ningún tratamiento para neutralizarlo

València

La Comunitat Valenciana ha activado un protocolo este viernes ante un caso sospechoso del virus de Marburgo en un varón de 34 años que presenta síntomas compatibles con la enfermedad y que estuvo en Guinea Ecuatorial durante un periodo de tiempo que se podría corresponder con el de la incubación y desarrollo de dicha enfermedad.

Según ha informado la Consellería de Sanitat en un comunicado, las muestras biológicas del paciente se han remitido al laboratorio de referencia del Instituto de Salud Carlos III de Madrid para la posible confirmación del caso.

El virus de Marburgo (EVM) es un filovirus, muy similar al ébola, que provoca fiebres hemorrágicas que pueden ser graves y en algunos casos causar la muerte del paciente que se infecta. Según datos de la OMS, la tasa media de letalidad de la enfermedad oscila en torno al 50%. Durante los últimos brotes, estas tasas han oscilado entre el 24% y el 88% en función de la cepa vírica y del tratamiento de los casos. La EVM se identificó por vez primera en 1967 tras registrarse simultáneamente brotes en Marburgo y Frankfurt (Alemania) y en Belgrado (Serbia).

El pasado lunes, 13 de febrero, Guinea Ecuatorial confirmó su primer brote de la enfermedad del virus de Marburgo, después de dar positivo las pruebas hechas tras la muerte de al menos nueve personas, informó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El brote se detectó en la provincia de Kié-Ntem, en el oeste de la parte continental del país africano y fronteriza con Camerún y Gabón, precisó la OMS en un comunicado.

Transmisión

Inicialmente, la infección humana por EVM se debe a la estancia prolongada en minas o cuevas habitadas por colonias de murciélagos Rousettus. La transmisión entre personas ocurre por contacto directo de la piel lesionada o las mucosas con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas, así como con superficies y materiales contaminados con dichos líquidos, como ropa personal o de cama.

En la SER hemos hablado con Salvador Peiró, experto en epidemiología del Instituto de Investigación Sanitaria FISABIO, que confirma que este virus no supone un riesgo para la población en general, ya que solo se transmite desde que hay síntomas y por contacto directo.

Salvador Peiró (FISABIO): "No es un riesgo para la población en general"

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Las consecuencias más graves son hemorragias internas que pueden provocar la muerte. La letalidad media de esta enfermedad es del 50 por ciento, según la Organización Mundial de la Salud, aunque con muchas diferencias entre países: mientras que en África, por la falta de UCI, puede llegar al 88 por ciento de mortalidad, en Europa esa tasa podría ser de en torno al 30 por ciento. La mala noticia es que aún no hay tratamiento para el virus de marburgo.

Salvador Peiró (FISABIO): "No hay tratamientos antivirales específicos para este virus"

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Se han descrito casos de transmisión al personal sanitario que atiende a pacientes con EVM presunta o confirmada, a través del contacto estrecho sin las debidas precauciones de control de las infecciones. El contagio a través de materiales para inyección contaminados o de pinchazos con agujas se asocia a una mayor gravedad de la enfermedad, a un agravamiento más rápido y, posiblemente, a una mayor tasa de letalidad.

También se puede dar esta transmisión en las ceremonias funerarias en que los dolientes tienen contacto directo con el cuerpo del difunto.

La infectividad persiste mientras haya virus en la sangre.

Síntomas

El periodo de incubación, es decir, el intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas, oscila entre 2 y 21 días.

La EVM empieza bruscamente, con fiebre elevada, cefalea intensa y gran malestar, así como con frecuentes dolores musculares. Al tercer día pueden aparecer diarrea acuosa intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos. La diarrea puede persistir una semana. En esta fase se ha descrito que los pacientes presentan «aspecto de fantasma» debido al hundimiento de los ojos, la inexpresividad facial y el letargo extremo. En el brote europeo registrado en 1967, la mayoría de los pacientes presentaron una erupción cutánea no pruriginosa de 2 a 7 días después del inicio de los síntomas.

Muchos enfermos tienen manifestaciones hemorrágicas graves a los 5 a 7 días y los casos mortales suelen presentar alguna forma de hemorragia, a menudo en varios órganos. La presencia de sangre fresca en los vómitos y las heces suele acompañarse de hemorragia por la nariz, las encías y la vagina. El sangrado espontáneo en los lugares de venopunción donde se administran líquidos o se extraen muestras de sangre puede ser especialmente problemático. Durante la fase grave de la enfermedad, los pacientes presentan persistentemente fiebre elevada. La afectación del sistema nervioso central puede producir confusión, irritabilidad y agresividad. Se han descrito asimismo casos ocasionales de orquitis (inflamación de uno o ambos testículos) en la fase tardía de la enfermedad (a los 15 días de su inicio).

En los casos mortales, el óbito suele producirse a los 8 o 9 días del inicio de los síntomas y se suele preceder de grandes pérdidas de sangre y de choque.

 
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