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Historia

El gran incendio de la plaza del Mercado (1447)

En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia del terrible incendio que fue saltando de una calle a otra y y provocó diez víctimas mortales

En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia del terrible incendio de la plaza del Mercado de 1447

En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia del terrible incendio de la plaza del Mercado de 1447

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València

EL GRAN INCENDIO DE LA PLAZA DEL MERCADO (1447)

Hoy he traído aquí, la plaça del Mercat donde en el siglo XV se encontraban les fusteries. Y aquí, en este lugar, vamos a viajar al pasado. Concretamente a un 16 de marzo de 1447 en el que, al igual que sucede el día de San Josep, el fuego se convirtió en el protagonista de un suceso trágico que marcó a los valencianos de aquella época, al igual que la riada de 1957 marcó a la generación de nuestros padres y abuelos.

Ese 16 de marzo de 1447, al caer la noche y cuando los ciudadanos se encontraban ya en sus casas, descansando, se produjo un terrible incendio en la Plaza del Mercado.

Un gran incendio, que seguramente fue causado por un ex miembro del gobierno municipal, llamado Ginis Ferrer, que se inició en el lugar donde estaban les fusteries y que se propagó con una fuerza y ​​velocidad inusuales. Las llamas comenzaron a devorarlo todo, saltando de una calle a otra y haciendo que casas, tiendas y talleres ardieran como antorchas.

La verdad es que debió ser una auténtica pesadilla que les recordó a los valencianos las imágenes del infierno que aparecían pintadas en los retablos y que les hizo sentir indefensos e impotentes ante esta tragedia, teniendo que acudir a Dios y a sus santos, a la misericordia divina, sacar en procesión las custodias de todas sus iglesias parroquiales, para que pudieran protegerlos y poner fin a este horror. La fe contra el fuego.

Diez fallecidos

En total, fallecieron diez personas y hubo varios heridos; cuarenta y seis casas fueron destruidas, así como todas las mesas del mercado de pescado.

Un incendio que se inició sobre las nueve de la noche y que propagó durante siete interminables horas, hasta altas horas de la madrugada. El fuego se extendió, fuera de control, a lo largo de las principales arterias comerciales de la ciudad, en un área pequeña de menos de dos hectáreas en la que se concentraban un gran número de artesanos y talleres.

Se incendió toda la "fusteria", desde la esquina de la Mercé, cruzando a las casas de enfrente, hasta las casas que estaban junto a la puerta del cementerio de Santa Caterina, que es la actual zona del Trench y del carrer dels Manyans (Cerrajeros), la calle de la Pelleria (de los Derechos) hasta la Peixcateria (plaza Redonda). También se quemaron cuatro casas más, dos a cada lado de la calle de la Pelleria que va a la casa de cambio, detrás de la Draperia de llana.

¿Había bomberos?

Desde mediados del siglo XIV, el Rey Pedro el Ceremonioso otorgó a la ciudad el privilegio de crear una Junta de Murs i Valls (Junta de Obras Públicas). Entre sus diversas tareas, estaba la del mantenimiento de las fortificaciones (muros, puertas, fosos), de las alcantarillas y desagües o de la red de calles.

Aunque no quedan rastros de su actividad de lucha contra incendios en esta época, sabemos que durante el siglo XVI la Junta tenía un depósito en la Plaza del Mercado, frente a una fuente, donde se guardaban objetos utilizados para apagar incendios.

Se ocupaban de ello los portadores de agua, los canteros y los albañiles, que eran los que ayudaban a apagar incendios en la ciudad. Con su conocimiento técnico eran los que mejor sabían cómo demoler un edificio y detener el avance de las llamas. Hacían cortafuegos en ciertos edificios que no habían sido afectados por las llamas para impedir que el fuego siguiera avanzando. Pero además de estos expertos, cuando las campanas sonaban la alarma, la gente de la ciudad acudía en masa, para tratar de extinguir el fuego.

Consecuencias económicas

El Consell Municipal tuvo que compensar a los ciudadanos, que lo habían perdido todo, su vivienda, talleres, enseres y herramientas e intentar restaurar la vida cotidiana en el área afectada.

Sería un proceso similar, salvando las distancias, a lo que sucede hoy en día cuando un lugar se declara “área catastrófica”. Las autoridades municipales aprobaron medidas urgentes para aliviar parcialmente la situación de los afectados, comenzando con una campaña para recaudar limosnas entre la población local, designando cuatro prohoms para cada una de las doce parroquias, mientras comenzaron a organizar la limpieza del área.

Pero ya sabemos lo que sucede siempre con estas cosas. A pesar de que el propio Consell era consciente de la mala situación de las víctimas, de las que señalaba que "ahora eran pobres e indigentes", el dinero del gobierno local, o más bien de la Junta de Murs i Valls, del cual las órdenes eclesiásticas y militares de los carros (locales el parlamento) también formaron parte, no comenzó a fluir en forma de ayuda hasta mayo de 1448, cuando se aprobó la asignación de 75.000 sous para subsidios, obtenida, como siempre, a través de un nuevo problema de deuda pública.

Sin embargo, hay que señalar que, a pesar de estos retrasos, también es cierto que el municipio avanzó 22.000 sous, que terminaron siendo repartidos de una manera desigual entre cincuenta y dos personas y que suponemos que fue designado valorando o estimando las pérdidas y los daños que habían sufrido. Se otorgó mayormente, pequeñas cantidades que no se acercaban a cubrir lo que se había perdido,

La recuperación

Para intentar minimizar el daño a la economía de la ciudad, los trabajos de restauración tuvieron que comenzar prácticamente de inmediato.

De hecho, el día después del incendio, el 17 de marzo, el sotsobrer de la Junta de Murs i Valls, Miquel Martorell, formó una brigada de unos 20 trabajadores que comenzaron a limpiar el área con la ayuda de grandes canastas, en un terreno aún muy caliente, cosa que hizo que los obreros se quemaran los pies y que tuvieran que tirar agua al suelo una y otra vez.

Y como este pequeño grupo no era lo suficientemente grande como para manejar la enorme tarea de limpiar el área devastada, se aumentó el número de obreros contratados a más de 40, en algunos días. Se pagaron también caballos; tomaron los escombros y los arrojaron al lecho del río Turia.

Y ya el 4 de abril, entró en escena Petro Vetxo (Pietro Vecchio), que seguramente era italiano, a quien el rey Alfonso el Magnánimo ya le encargó hacer un reloj para el Palacio del Real de Valencia en 1437, entre otras obras.

Este "ingeniero", con una amplia experiencia en ingeniería hidráulica, como la nivelación de canales, fue el encargado de llevar las obras adelante y restaurar la normalidad en todo el entorno afectado.

El gran incendio de marzo de 1447 supuso un cambio en el urbanismo del entorno de la actual plaza del mercado, haciendo desaparecen la huella islámica en esta parte de la ciudad y sirvió también parta establecer métodos de acción a posteriori en materia de organización urbana y prevención de futuras calamidades.

TEXTO: CÉSAR GUARDEÑO

 
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