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La Ceramo, un ejemplo de patrimonio industrial a recuperar

En 'La València Olvidada', Pepa Pascual repasa la historia de esta emblemática fábrica de cerámica

La València Olvidada: Pepa Pascual nos cuenta la historia de La Ceramo

València

Nos ubicamos en la fábrica de cerámica conocida como 'La Ceramo' que, aunque parezca un edificio muy conocido por todos, es interesante volver a recordar su historia, su valor patrimonial y la necesidad de su puesta en valor.

Vamos al principio: la fábrica de La Ceramo se instaló entre los años 1889-90 a las afueras de la ciudad puesto que era una instalación altamente contaminante y tenía que estar lejos de las zonas habitadas. Se construyó en un espacio de huerta rodeada de acequias, caminos tradicionales y alquerías, pero a la vez en un punto estratégico de comunicación marcado por el Camino Nuevo de Burjasot (actual avenida de Burjassot), el Camino Viejo de Burjassot (actual calle de José Grollo) y la vía férrea de vía estrecha de València a Llíria.

Los impulsores de La Ceramo

Fue fundada por José Ros Surió, ebanista de profesión, y su socio Julián Urgell, comerciante, quien puso el dinero y las tierras para construir la fábrica, para lo que tuvo que pedir varios créditos. Ambos se instalaron en la misma fábrica, en dos casas construidas al efecto, pero en 1896 parece que José Ros se queda como único propietario de la fábrica.

A la muerte de José Ros la empresa quedó en manos de su hijo José Ros Ferrer y con posteridad pasó a José Ros Ferrandis, que fue pintor y catedrático de la Escuela de Bellas Artes de San Carlos y es el autor de las pinturas murales que se conservan en la zona del patio y en la parte superior de la nave obrador fechadas en 1946. Estas pinturas con motivos religiosos parece que son los bocetos preparatorios destinados a decorar la iglesia de Nuestra Señora del Rosario del Cabanyal.

Posteriormente se hizo cargo de la fábrica Pilar Ros Blanco, bisnieta del fundador y última propietaria del inmueble que dirigió La Ceramo desde 1981 hasta 1988, cuando fue adquirida por Alfonso Pastor Moreno, profesor de la Escuela Superior de Cerámica de Manises, cerrando las instalaciones definitivamente en Octubre de 1992.

Así era y así es la fábrica

La Ceramo ocupa unos 2.200 m² y dispone de un gran patio distribuidor con una nave central que hace de distribuidor hacia la zona de los hornos morunos, las balsas de decantación para la arcilla, el obrador donde se modelaba la cerámica, la nave de almacenamiento de materias primas del sótano, la leñera y la zona de viviendas. Las oficinas y la sala de exposición y venta recaía en la fachada principal que se muestra en sí misma como un escaparate, ya que está profusamente decorada con elementos decorativos de raigambre musulmana como las yeserías de los arcos, las letras de tipología árabe o la media luna donde aparece el número de la calle.

Entrada principal de La Ceramo

Entrada principal de La Ceramo / Cadena SER

La producción de La Ceramo se centró en un primer momento en la fabricación de piezas en reflejo metálico y se enmarca dentro de la corriente del siglo XIX de “revival” de lo mudéjar, donde se realizaron copias de lozas hispanomusulmanas, siguiendo unos métodos de producción totalmente artesanales y donde había una auténtica obsesión por conseguir la fórmula del reflejo metálico de los antiguos alfareros árabes.

Existe la “leyenda” de que José Ros Surió encontró esta fórmula guardada en un cajón de un mueble medieval que estaba restaurando y que por eso pudo conseguir reproducir el reflejo metálico en los hornos de La Ceramo.

Lo que sí está atestiguado es que viajó por Europa localizando los modelos originales de cerámicas medievales en diferentes museos y entabló relaciones con coleccionistas privados con la intención de reproducir, lo más fielmente posible, los modelos de reflejo metálico de las piezas cerámicas de los siglos XIV hasta el XVIII. La excelente ejecución de sus piezas convirtió a La Ceramo en la primera industria especializada en este tipo de reproducciones y tuvo el reconocimiento a través de varios galardones, el más importante de los cuales fue la medalla de oro en la Exposición Nacional de Industrias Artísticas de 1892. Sus cerámicas fueron exportadas a medio mundo y entre ellas pueden destacarse la reproducción de los famosos vasos de la Alhambra.

En los edificios más emblemáticos de València

A partir de 1910, la incursión del modernismo como estilo artístico llevó a la Ceramo a fabricar también revestimientos arquitectónicos y elementos decorativos aplicados a los edificios. Buena muestra de esta producción y de la colaboración con prestigiosos arquitectos del momento son las piezas que adornan muchos edificios emblemáticos de nuestra ciudad como los paneles del edificio de estilo helenístico del chaflán de la plaza de la Reina con la calle San Vicente, los relieves de la Estación del Norte, la decoración cerámica de la Finca Roja, los adornos cerámicos de los Jardines de Monforte, los apliques del Mercado de Colón y del Mercado Central o las tejas doradas de las cúpulas del edificio del Ayuntamiento de Valencia entre otros.

Todos estos ejemplos muestran la importancia que tuvo la producción alfarera de La Ceramo en nuestra ciudad y la necesidad urgente de la conservación y puesta en valor de sus instalaciones, ya que es uno de los pocos ejemplos de patrimonio industrial que conserva todos los elementos que formaban parte de una instalación alfarera dedicada a recuperar la tradición ceramista valenciana desde época medieval hasta el modernismo.

TEXTO: PEPA PASCUAL