El asalto a la judería de València en 1391
En 'La València Olvidada', César Guardeño nos cuenta la historia del asalto a la desaparecida judería de València hace 632 años
La València Olvidada: César Guardeño nos rescata la historia del asalto a la judería de València
València
Nos hemos dado cita en la calle del Mar, prácticamente a la altura de la plaza de la Reina, porque hoy vamos a recordar el asalto a la desaparecida judería de València. Ocurrió un 9 de julio de 1391, hace 632 años, y supuso el principio del fin de los judíos en la ciudad.
Las relaciones entre judíos y cristianos no eran demasiado buenas. Tras la Peste Negra de 1348 y las Guerras de la Unión, las cosas se empezaron a torcer entre algunas de las ciudades del Reino de Valencia y el rey Pedro IV el Ceremonioso. Y es que se responsabilizaba a los judíos de haber envenado los pozos y de ser los causantes de esta Peste Bubónica.
Además, como propiedad del rey que eran, se les acusó de ser partidarias y de apoyar al monarca durante estas Guerras de la Unión. Eran demasiado próximos al rey y habían progresado mucho socialmente. Así que la situación se fue deteriorando y tensando a lo largo del siglo XIV hasta convertirse en insostenible.
¿Cuál fue el desencadenante del asalto?
Al menos desde 1375, se vio un incremento de la hostilidad y de sentimiento de rechazo hacia los judíos de los reinos peninsulares. El arcediano de Écija, Ferrán Martínez, por ejemplo, llamaba en sus predicaciones sin ningún tipo de tapujo a lograr la conversión de los judíos con métodos violentos y bajo declarada amenaza de muerte si perseveraban en su fe.
Y un 4 de junio de 1391 saltó todo por los aires con el asalto a la judería de Sevilla. El punto de inicio de agresiones, robos y muerte que se extendió por Andalucía y la Corona de Castilla, hasta llegar a la Corona de Aragón.
De hecho, el rey Juan I de Aragón le comunicó por carta a su hermano, el infante Martín, en fecha de 3 de julio de 1391, lo que había sucedido en Sevilla hacía apenas un mes. Le advertía de los peligros de las difamaciones e injurias contra los judíos del Reino de Valencia, para estar prevenido ante la posibilidad de que se produjesen asaltos y daños irreparables contra la comunidad judía.
Seis días después de recibir la carta, se produjo el progromo de a juheria de València, el 9 de julio de 1391.
¿Cómo fue el asalto?
Sabemos con detalle que ocurrió a través del relato exculpatorio dels Jurats de València, realizado justo después de este asalto violento al barri juheu. Y también tenemos información recogida en el atestado notarial de un portentoso milagro que hizo que las crismeras de las iglesias de la ciudad se llenaran de agua bendita para permitir la conversión masiva de los judíos, justo el día posterior al progromo del 9 de julio.
La historia nos cuenta que, desde el mediodía hasta finalizar la noche de ese día, un grupo de unas cincuenta personas que se había reunido previamente en la plaça del Mercat, se dirigió al punto en el que nos encontramos, donde estaba la plaça y la puerta de la Figuera.
Durante el recorrido, mientras gritaban bautismo o muerte, se le fue sumando más y más gente que ya per se profesaba un odio inmenso contra la comunidad judía. Este nutrido grupo, formado inicialmente por un nutrido grupo de la "masa popular", portaba varios crucifijos realizados con cañas y un pendón cruzado y amenazó a los judíos con el aviso de que estaba a punto de llegar el arcipreste de Sevilla.
Se dio, también, la fatal coincidencia que desde el mes de junio se había establecido en este punto de la plaça de la Figuera la tabla de acordar, donde se apuntaba la gente que quería enrolarse en la armada que el infante Martín había organizado para partir hacia Sicilia.
La tensión fue aumentando ante los rumores de que algunos de estos alborotadores que habían conseguido entrar a la juheria, antes de que los judíos pudieran cerrar las puertas, habían sido violentados o incluso muertos. Esto hizo que a esta masa popular se fuera uniendo más y más gente: castellanos, vagabundos y gente de baja condición social.
Al final, terminaron entrando por la fuerza, por los tejados y azoteas de las casas próximas y por lo vall vell, situado justo al extremo contrario, donde se encuentra hoy la Universitat de València, Studi General, al lado de la confluencia de la calle Pintor Sorolla.
Desenlace: muertes, robos y destrucción
Este baño de sangre y fuego terminó con la vida de cerca de 250 judíos -de una población cercana a los 2.500-, una docena de los asaltantes heridos, violaciones, saqueos, robos y destrucción del barri juheu.
Resulta curioso que, además de toda la gente de baja condición social, participaran en este asalto miembros de la Orden de Montesa, frailes mendicantes, escuderos de reconocidos linajes y notables ciudadanos. No fue casualidad que, mientras algunos se dedicaban a matar a los judíos, otras personas acudieran a destruir documentos relacionados con préstamos y deudas.
Finalizada esta masacre, hubo muchísimas presiones al rey, a sus consejeros y al propio Consell Municipal, por parte de algunas familias y linajes importantes que, mediante el envío de carta, instaron a no tomar ninguna medida judicial.
Al final, todo se resolvió con un perdón real, una multa a la ciudad, la horca para cinco de las personas que habían participado y el destierro para otras veinte. En definitiva, la culpa y el castigo cayó en los "poca ropa", aquellos que tenían más que perder y menos que ganar, como suele pasar siempre en estos casos.
Con la destrucción de la juheria, el rey perdió una parte importante de sus ingresos, además de quedar en entredicho su autoridad en la ciudad de València.
TEXTO: CÉSAR GUARDEÑO