El crimen del Cine Oriente
En La València Olvidada César Guardeño cuenta una de las historias más conocidas de la crónica negra de nuestro país

En La València Olvidada César Guardeño cuenta la historia del crimen del Cine de Oriente
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València
Estamos justo en la calle Sueca número 22, en la esquina con la calle de Buenos Aires. Y os he traído al cine, pero para contaros una película de terror. Una historia macabra digna de grandes directores y escritores del género como Wes Craven o Stephen King. Ahora es cuando deberían aparecer los dos rombos y los más pequeños se irían a dormir porque vamos a hablar del Cine Oriente, el cine de uno de los grandes crímenes de Valencia.
Esta historia comienza en un caluroso día de verano, en el barrio valenciano de Russafa. Nos remontamos al 30 de junio de 1950, muy cerca del ferrocarril a Barcelona, lo que hoy en día es la Avenida de Filipinas. Un guarda-agujas de la Renfe observa un bulto sospechoso medio sumergido en una acequia.
Dentro de este bulto encuentran las extremidades inferiores y superiores de un cadáver, metido dentro de un cesto de paja y en estado de putrefacción, al estar en contacto con el agua. A primera vista, parecen los restos de una mujer, pues aparecen depilados y con las uñas pintadas.
Una caja con un tronco humano
La Comisaría de Policía de Russafa se encargó inmediatamente de investigar las causas de tan macabro hallazgo, que conmocionó a los vecinos del barrio. Sin tiempo a reaccionar, tres días después de encontrar estos restos, aparece una caja de gran tamaño en un solar de la calle Sueca, esquina a la de Denia, justo escondida tras un quiosco.
En el interior de esta caja se encuentran dos sacos, atados con cuerdas, y en cada uno de ellos está mitad de un tronco humano, seccionado por la cintura y también en avanzado estado de descomposición.
El Sereno del barrio es el primero en encontrárselo y declara ante la policía que lo habían dejado allí poco antes de este macabro hallazgo, ya que apenas unos momentos antes, estaba conversando con la esposa del conserje del Cine Oriente. Afirma que tuvo que interrumpir la conversación con esta mujer para atender una llamada de otro vecino. Este Sereno, al regresar unos minutos después, se encontró la caja en la esquina y tras comprobar su contenido, dio aviso a las autoridades.
Las sospechas de la policía
La policía empezó a vigilar especialmente las manzanas próximas a las calles Denia y Sueca, ya que sospechan que estos restos humanos han sido dejados allí por alguien que vive cerca. Y esto hay que sumar que los vecinos del inmueble en el que se encontraba el cine Oriente denuncian que allí hay un hedor muy fuerte y persistente, que el dueño del local achaca a las ratas muertas a causa del veneno que colocan para eliminarlas.
Las explicaciones del propietario del cine no debieron convencer a los investigadores, que relacionaron los fuertes olores en el cine con dos los hallazgos. A partir de ese momento, centran la investigación en el cine Oriente y en su personal.
Al primero que quisieron interrogar es al conserje, Salvador Rovira. Su esposa y limpiadora del cine, María López Ducos, se excusa con que su marido había salido precipitadamente hacia Barcelona tras la recepción de un telegrama la noche anterior a su salida. Ambos vivían en el domicilio que estaba contiguo al cine y que había sido cedido por el dueño del mismo a la pareja, mientras trabajaran en él.
Esta coartada del viaje repentino es puesta en duda por el Sereno, ya que el telegrama habría pasado por sus manos al entregarlo el repartidor la pasada noche y él, sin embargo, no vio a nadie. Una sobrina del conserje también alerta a la policía que su tío marchó a Barcelona con lo puesto y sin maleta.
La Policía ya estaba al tanto de esta información, así como que María no estaba casada con Salvador, el conserje del cine Oriente, de cuarenta y cinco años y con antecedentes policiales. Era su compañera sentimental, pues Salvador tenía esposa legítima, aunque se había separado de ella hacía siete años y le pasaba una pensión. Desde entonces vivía con María López, mujer conocida en el barrio por su carácter, su complexión física. Salvador tenía fama de mujeriego y de bebedor en el barrio.
La policía, además, tenía constancia de peleas entre la pareja con fuertes riñas, que terminaban por ambas partes con arañazos y hematomas.
El último hallazgo macabro
Después de interrogar a María en varias ocasiones, se la deja en libertad, pero deciden estrechar su vigilancia. Apenas regresa al domicilio comienza a quemar espliego, lo que provoca más sospechas de la policía, que, en un nuevo y minucioso registro en casa del conserje y la limpiadora, encuentran una especie de pasaje directo a la parte trasera del cine Oriente.
En ese pequeño trastero aparecen una serie papeles idénticos a los que envolvían los restos humanos encontrados; una barra de hierro con restos de pelos y sangre; una sierra; un cuchillo de carnicero, y finalmente, debajo de una viga, en el interior de una caja de galletas escondida, hallan una cabeza humana cubierta de tierra y estiércol para disimular el olor.
Acorralada y descubierta, María confesó a la policía que el 27 de junio, sobre las nueve de la mañana, Salvador y ella tuvieron una riña que terminó muy mal, con la muerte de Salvador.
Los hechos
Salvador llegó muy tarde a casa y bajo los efectos del alcohol. Ambos mantuvieron una fuerte discusión motivada por el hecho de que María había empeñado algunos objetos de valor y otros enseres domésticos en el Monte de Piedad para obtener un dinero con el que poder llegar a fin de mes. La escalada verbal derivó en gritos, amenazas y finalmente, María, que intentaba escapar de Salvador, que pretendía estrangularla, lo rechazó con un fuerte empujón. Él cayó de espaldas y se desnucó contra un pivote de una viga, muriendo en el acto. Ella pensó que se había desvanecido y lo acostó en la cama, durmiendo con él por la noche sin saber que ya estaba muerto.
Como estaba completamente sola y nadie les había escuchado esta vez, intentó deshacerse del cadáver descuartizándolo con una sierra de arco y un cuchillo de carnicero. Dividió el cuerpo en tres partes:
La primera con las extremidades, que depila y maquilla cuidadosamente para simular que fueran de mujer y así dificultar la identificación y son las que arrojo en la acequia cercana al ferrocarril de Barcelona.
La segunda, con el tronco seccionado, también depilado, que abandonó con demasiada precipitación en la esquina de la calle Sueca con Denia, al parecer, al ser casi descubierta por el Sereno.
Y la tercera, la cabeza, la oculta en el cuarto donde es hallada al practicar el registro, detrás de la pantalla de proyección.
La condena
María fue condenada con un atenuante equivalente al actual homicidio involuntario a seis años de cárcel por homicidio y a seis meses por inhumación ilegal. Aun sin antecedentes penales, la sentencia se refiere a María como una "mujer de mala conducta". Muchos años después reapareció, según algunos testimonios, viviendo en el barrio del Carmen, cerca de la calle Corona y del Mercado de Mossén Sorell. Los vecinos la describen como una mujer huraña y de carácter que apenas se relacionaba con nadie.
Y como curiosidad y ya para terminar, señalar que hay una película de 1997, dirigida por Pedro Costa, que se llama El Crimen del Cine Oriente y que cuenta esta historia que ocurrió en el barrio de Russafa.
TEXTO: CÉSAR GUARDEÑO




