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Historia | Ocio y cultura

Asilo de Romero

En La València Olvidada Francisco Pérez Puche cuenta la historia del edificio que es la nueva sede de la Universidad Europea

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En La València Olvidada Francisco Pérez Puche cuenta la historia del edificio que es la nueva sede de la Universidad Europea

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València

Contamos la historia del Asilo de San Juan Bautista, popularmente conocido como Asilo de Romero. Se trata de un este edificio clásico, del siglo XIX, que en los últimos años ha sido una de las numerosas sedes de la Universidad Católica de Valencia, pero desde este curso es la nueva sede de la Universidad Europea, que va ir dejando sus instalaciones de Botánico Cavanilles para trasladarse aquí. De hecho, mientras siguen los trabajos de restauración del complejo, ya está listo un nuevo edificio docente, construido en pocos meses en una zona libre de la gran parcela.

Para empezar todo indica que se está salvando del abandono un edificio histórico protegido y que además se restaura para un uso cultural como es una Universidad. Aunque aún hay obras en marcha y el edificio no ha sido “presentado”, todo indica que se ha restaurado lo antiguo con respeto aunque se ha metido un nuevo edificio nuevo, como suele decirse con calzador. Pero bueno: antes, para dar emoción a la historia, vamos a contemplar un duelo a pistola, un duelo entre caballeros, en el Madrid romántico de 1845.

Un duelo a muerte en 1845

Las buenas historias han de empezar con emociones, y nosotros estamos en una mañana calurosa de agosto de 1845, ante dos caballeros que van a batirse en duelo, por defender su honor, seguramente por el amor de una dama. Es el momento del romanticismo, de Bécquer, Espronceda y Larra. Está amaneciendo, los duelistas se dan la espalda, cuentan los pasos reglamentarios, se dan la vuelta, se enfrentan, y cuando suena la voz del padrino disparan sus armas. Y uno de ellos, elegantemente vestido de negro, y con sombrero de copa, cae muerto en el acto…

El muerto es un muchacho valenciano, Juan Bautista Romero Conchés, hijo único y heredero de don Juan Bautista Romero Almenar y doña Mariana Conchés, que son, después del marqués de Campo, los más ricos de Valencia. Son comerciantes en seda, tienen una importante fábrica de terciopelo y con los importantes beneficios del comercio y la industria han fundado un banco, la Sociedad de Crédito Valenciano, que invierte capitales en otros muchos negocios. Y que además compra, por millones, bonos del Tesoro, el dinero que necesita al gobierno para las guerras carlistas.

Estamos ante un matrimonio muy rico que, de repente, se ha quedado sin heredero y está sumido en el dolor. Y que, como paliativo de esa trágica pérdida, va a tomar la decisión, andando el tiempo, de fundar un Asilo para niños y niñas huérfanos que lleve el nombre del hijo muerto: el Asilo de San Juan Bautista, popularmente conocido como Asilo de Romero.

La historia del Asilo

Buscaron terrenos por toda la ciudad y al final decidieron comprar las huertas del convento del Corpus Christi, una gran parcela que iba desde la ronda de la muralla, es decir desde Guillen de Castro hasta la Pechina, a orillas del Turia. Era una zona, además, donde estaban situados dos asilos de huérfanos más, la Beneficencia y la Misericordia. Y donde se asentaría no mucho más tarde, en la calle de la Corona, el Asilo del marqués de Campo, otro benefactor valenciano, multimillonario y sin hijos, que quiso hacer una fundación parecida a la de Romero.

Romero Almenar, el banquero, al perder a su hijo, se dedicó a la política, fue diputado tres veces por el Partido Moderado, por Gandia y por Valencia. Y en 1865 fue designado senador, y marqués de San Juan, por la reina Isabel II. Pero, mientras representaba a València en Madrid, sin dejar de ganar dinero en sus negocios, puso en marcha el proyecto de su Asilo que confió al mejor arquitecto del momento, Sebastián Monleón.

Fue el mismo arquitecto que diseñó la plaza de toros, la fachada del teatro Principal y otras varias obras importantes del momento, como la facultad de Medicina, de la que nos quedan unos restos, también en Guillen de Castro, en lo que llamamos Viejo Hospital. Un arquitecto muy solvente, que hizo un edificio de aire neoclásico, elegante, que se articula en torno a dos patios amplios, ajardinados, uno para los niños y otro para las niñas. La planta alta está construida con columnas de fundición de hierro, que era lo más avanzado en su día, y los dos patios se separan por la capilla, de planta de cruz griega y rematada por una típica cúpula de tejas azules, a la valenciana, que ahora ya luce preciosa después de la restauración. La fachada, como podemos ver, bebe en la tradición de la arquitectura corintia y tiene como culminación un tímpano presidido por la Virgen de la Misericordia, rodeada de niños a los que protege.

Espero que, aunque sea una vez a la semana, la Universidad Europea permita las visitas del público como corresponde a todo edificio protegido. Yo tuve ocasión de entrar una vez y si los patios son una preciosidad y la capilla es un verdadero encanto, con su aire clásico, presidida por San Juan Bautista, lo que más va a gustar es la abundancia de mosaicos de Nolla que hay en la mayor parte de las dependencias.

Esos mosaicos, tan valencianos, y ahora tan apreciados y copiados de nuevo, están muy bien conservados. El edificio se construyó entre 1868 y 1873 (cumple ahora 150 años) y esa época es la de mayor esplendor de la fábrica Nolla, de Meliana, que surtió de mosaicos tanto los suelos como muchos zócalos de las paredes del Asilo. En aquellos momentos era la última moda, lo más higiénico, limpio y duradero que había.

Es preciso anotar que el complejo educativo para niños huérfanos comenzó a funcionar en mayo de 1873, encomendado a las Hermanas de San Vicente de Paúl y que el banquero fundador, el marqués de San Juan, había fallecido en 1872. Es decir, que no pudo ver terminada su obra. Con todo, la marquesa viuda de San Juan, doña Mariana, aún quiso ir más lejos con su proyecto construyendo otro chalé más pequeño, que tiene fachada al paseo de la Pechina. Esa preciosa casa, que en tiempos fue comisaría de Policía, fue en su momento el lugar destinado a niños que, además de huérfanos, padecían enfermedades mentales.

Los grandes mecenas del momento

El señor Romero y doña Mariana fueron los grandes mecenas del momento, aunque no fueron los únicos y no estaría de más que fuéramos sacándolos a todos del olvido en este programa. Porque los Romero amasaron una gran fortuna, es verdad, pero pusieron en práctica el modelo de los asilos para huérfanos que, en aquellos tiempos, era el mejor modo de acción social que existía.

De hecho, el Asilo de San Juan Bautista funcionó incluso durante la guerra civil, con el nombre de Asilo Romero. Sin San Juan, pero haciendo la misma labor. Y ahora es una Fundación que tiene otros fines asistenciales, también en el campo de la infancia, que se nutren, sobre todo, de alquilar el gran complejo: primero se arrendó a la Universidad Católica, que funcionó aquí hasta en 2019, y ahora a la Universidad Europea.

El jardín Monforte, su huerto privado

Por lo demás, me falta decir que en València disfrutamos de un jardín precioso, que fue el huerto privado del señor Romero, ni menos que el jardín de Monforte. Que se llama así porque después de los Romero lo heredaron sus sucesores, los Monforte. Pero lo pagó y lo mandó construir, jardín, palacete, fuentes, estatuas, cascadas todo, el mismo señor Romero de nuestra historia.

Un jardín que tiene un secreto: cuando vayáis al jardín de Monforte, fijaros en dos leones de piedra que hay a la entrada

Esos leones fueron los primeros que se hicieron, a propósito, para presidir la entrada al Congreso de los Diputados, en la Carrera de San Jerónimo. Pero fueron desestimados porque el Gobierno dijo que eran pequeños, que se necesitaba algo mayor y de más empaque y fueron enviados al almacén. Fue entonces cuando el banquero Romero, diputado, los vio y como buen valenciano dijo: “Això ho pague jo!”. Los compró y se los trajo a su chalé. Es decir, al jardín de Monforte que podemos disfrutar ahora como uno de los huertos más hermosos de España.

TEXTO: FRANCISCO PÉREZ PUCHE

 
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