Estanislao Figueras y la calle que tuvo en València

València

El derribo de las murallas medievales de València, a mediados del siglo XIX, propició la expansión de la ciudad más allá de la vieja ronda. En las zonas sur y oeste, conocidas comúnmente como Extramuros, el levantamiento de nuevos barrios se llevó a cabo sin seguir ningún plan de ensanche, como sí se hizo en la parte oriental. Aquí, la delineación de las nuevas vías se realizó de forma local, en pequeñas unidades urbanas y siguiendo la trama existente, que estaba condicionada por la propia ronda y por los antiguos caminos que irradiaban de ella, como los de San Vicente, del Cementerio, de Torrent o de Quart.

Una de estas primeras calles extramuros que fueron alineadas y urbanizadas fue la conocida como calle de Moret, un antiguo camino que arrancaba prácticamente desde Guillem de Castro en el cruce con la calle Verónica (actual calle de Lepanto) y se dirigía en diagonal hasta entroncar con el camino viejo de Torrent (actual Àngel Guimerà), también conocido como Vuelta de los Gitanos, en un recodo que formaba junto al brazo de San Jerónimo de la acequia de Favara. Esta calle de Moret fue renombrada en 1875 como calle de Juan de Mena, nombre que todavía conserva en la actualidad. Pero pocos años después, ya a principios del siglo XX, la apertura de la Gran Vía seccionó la calle en dos tramos. El más cercano a la ronda conservó el nombre de Juan de Mena, mientras que el que continuaba desde la Gran Vía hasta Àngel Guimerà fue simplemente numerado dentro del plan de ensanche de la zona como calle número 58 del plano.

No fue hasta 1933, ya en plena República, cuando el Ayuntamiento se dignó a dar nombre a muchas de las calles de esta zona de la ciudad conocida como Extramuros, entre ellas a las 58 y 59 del plano, que fueron bautizadas con los nombres de Estanislao Figueras y Ruiz Zorrilla, respectivamente, ambos considerados como “las dos grandes figuras de nuestra primera República”, tal y como recoge el expediente de rotulación.

Efectivamente, Estanislao Figueras, que nació en Barcelona el 13 de noviembre de 1819, fue elegido en febrero de 1873 el primer presidente del poder ejecutivo de la República tras la abdicación de Amadeo I. Abogado de profesión, empezó su carrera política muy joven, afiliándose al Partido Progresista en 1840 y abrazando los ideales republicanos desde entonces.

Brillante orador y hábil polemista, tal y como lo describen sus biógrafos, pronto empezó a destacar en el parlamento, y se convirtió en una de las figuras más relevantes durante las revoluciones progresistas de 1954 y, sobre todo, la de 1868, que acabó con el destronamiento de Isabel II y la posterior instauración de la I República, de la que Figueras fue elegido su primer presidente. Un cargo que apenas desempeñó durante cinco meses, obligado a dimitir por la grave crisis económica y por la proclamación del Estado Catalán. Tras la Restauración Borbónica siguió liderando la oposición republicana, dentro y fuera del país, pero murió en 1882.

Cincuenta años después de su muerte, en plena II República, el Ayuntamiento de València aprobó rotular la calle 58 del plano como calle Estanislao Figueras, y así perduró durante ocho años, cuando el nuevo régimen franquista borró del nomenclátor todos los nombres incompatibles con su ideología, entre ellos, evidentemente, el de Estanislao Figueras, cuya calle pasó a denominarse como calle del Erudito Orellana, nombre que ostenta en la actualidad. En los años 80 del siglo pasado, una vez reinstaurada la democracia, se intentaron recuperar algunos de estos nombres en las calles de la ciudad, pero el de Estanislao Figueres se quedó en el tintero.