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El Levante regala a Vezo: Quico y la mariscada pendiente

Acuciado por la deuda generada por la gestión de Catalán en sus últimos años de mandato, el conjunto granota se ve obligado a desprenderse a coste cero de su mejor central para ahorrarse su salario

Rubén Vezo, en su presentación, escoltado por Manolo Salvador (izquierda) y Quico Catalán (derecha).

Quico Catalán fue uno de los primeros protagonistas invitados a nuestras tertulias periodísticas en el Restaurante Casa Patacona. A mediados de octubre de 2020, nos concedía una extensa entrevista en la que hablamos de diferentes cuestiones extradeportivas, entre ellas la remodelación de Orriols, el préstamo de Rotschild o su continuidad en el club más allá de 2023.

Este tipo de reuniones con mesa y mantel de por medio son fantásticas y muy útiles a nivel informativo. Por lo que el protagonista manifiesta en antena, pero también por lo que cuenta antes, durante la comida, sin micrófonos delante. Ese Levante 20/21 venía de una permanencia sobrada en la temporada anterior (había terminado a solo siete puntos de Europa), pero empezaba a enviar señales preocupantes en cuanto a inversiones disparatadas como, por ejemplo, el fichaje de Vukcevic.

Es lo que Alemán siempre ha definido con la frase: "El Levante no supo ser rico". Recuerdo discutir abiertamente con Quico al respecto de esas decisiones deportivas y económicas que no nos cuadraban. No nos cuadraba, por ejemplo, lo que se pagó por Vukcevic (9 millones de euros) y no nos cuadraba tampoco los 5 millones -más otro opcional- que costó Rubén Vezo. Mateu Alemany firmó una operación fantástica para el Valencia por un jugador que apenas contaba en Mestalla. Me consta que, cuando finalizó el intercambio de documentos entre clubes para el traspaso del portugués, alguien descorchó una botella de champagne en la Avenida de Suecia.

Al plantearle a Catalán si no pensaba que el importe comprometido por Vezo había sido excesivo, nos respondió que era una operación fantástica porque tenía la seguridad de poder revender al jugador a corto plazo por un precio mínimo de 8 millones de euros. Estaba tan convencido de que podría hacerlo -intuyo que contando con la ayuda de Jorge Mendes- que se jugó una mariscada con nosotros. Lástima que la apuesta se produjera durante la comida y no en antena. Hoy mismo les pondría el corte de voz. En cualquier caso, éramos varias personas en la mesa y todas pueden dar fe de ello.

La anécdota de esa mariscada -que por cierto Catalán nunca pagó- refleja el endiosamiento de Quico que, unido a otras cuestiones, ha terminado por llevar al Levante a una situación límite. Nadie le discute su excelente gestión en los primeros años de mandato. Dicho y escrito está. Pero la historia no se cuenta completa si se omite que el club ahora tiene que regalar a jugadores clave en la lucha por el ascenso precisamente por las malas decisiones y la huida hacia delante de Catalán cuando tenía una ocasión histórica de estabilizar a la entidad granota en Primera y marcharse como un dirigente ejemplar.

En lugar de eso, se marchó convertido en un meme, con una rueda de prensa repleta del cinismo y la egolatría que marcaron su presidencia, diciéndonos que un día nos reiríamos de todo esto y que rezaba por nosotros, los críticos. Por el que debería rezar es por el Levante. Le va hacer falta mucha ayuda. Divina y de la otra.

Fran Guaita

Fran Guaita

Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia

 
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