'València, la gran silenciada': la calle de Martí Domínguez Barberà
En el barrio de Penya-Roja, a medio camino entre la València que fue y la que pudo haber sido, se abre la calle dedicada a Martí Domínguez Barberà, el periodista valenciano que, desde dentro, desafió al franquismo
'Callejeando', con Luis Fernández: la calle de Martí Domínguez Barberà
València
Junto al camino de Penya-Roja, sobre los terrenos donde hace años se alzaba la fábrica de la Unión Alcoholera Española, de la cual aún se conservan dos de sus majestuosas chimeneas, localizadas ahora en el jardín central de la continuación de la Alameda, se abrió a finales del siglo XX una calle, en paralelo al proyecto de urbanización de la avenida de Francia, que fue rotulada con el nombre del periodista valenciano Martí Domínguez Barberà.
Martí Domínguez Barberà nació en Algemesí en 1908, hijo de una familia pudiente de propietarios agrícolas. Realizó sus estudios en las Escuelas Pías de su ciudad natal y en València, en cuya universidad se licencio en Derecho en 1929. En la capital valenciana entró en contacto con los círculos católicos valencianistas vinculados a la democracia cristiana y a la Derecha Regional de Ignasi Villalonga, donde acabó militando y por lo que tuvo que esconderse durante la Guerra Civil. Tras la contienda fue designado concejal de Cultura del primer ayuntamiento franquista dirigido por el Barón de Cárcer, desde donde ejerció la dirección de la Delegación de Estadística y la rotulación de calles, un dato poco conocido de su biografía. No en vano, Martí Domínguez, junto al cronista Salvador Carreres, llevó a cabo la reforma onomástica más importante de la posguerra en València, que afectó a casi doscientas calles de la ciudad. En 1949 fue nombrado director del diario Las Provincias, puesto que ejerció hasta 1958, cuando fue apartado por la administración franquista tras su memorable discurso de mantenedor de la Fallera Mayor de València.
El 16 de marzo de 1958, en el Teatro Principal de València, delante de las autoridades del régimen y emitido por Radio Valencia, Martí Domínguez pronunció un discurso titulado 'València, la gran silenciada. Cuando enmudecen los hombres… ¡hablan las piedras!', en el que criticaba al gobierno central por su falta de interés e implicación con la ciudad de València después de la trágica riada que había asolado la ciudad apenas cinco meses antes. Este alegato le costó su puesto como director de Las Provincias -y también a su amigo, el Marqués del Turia, al alcalde de la ciudad, por secundarlo-, pero consiguió su propósito de acelerar las inversiones para recuperar la ciudad y la puesta en marcha del Plan Sur, además de haber pasado a la historia de la ciudad como un grito en favor de los intereses valencianos, y en defensa de la cultura y la lengua propia en pleno régimen franquista.
Después de su forzada dimisión de Las Provincias desapareció de la esfera pública, pero se dedicó a lo que más le satisfacía, escribir: poesía, ensayo, narrativa, teatro, etc. También tuvo tiempo de fundar el semanario agrícola Valencia Fruits y la asociación Paraula Cristiana para fomentar el uso del valenciano en la iglesia. Murió en València en 1984, y en 1998, cuarenta años después de su inolvidable discurso, el Ayuntamiento de València le dedicó una calle en el barrio de Penya-Roja, junto a las silentes piedras de la València desaparecida. A pesar de todo, el gran orador sí fue profeta en su tierra.