La calle donde nació Luis Vives

València

En la primera travesía de la calle de la Paz, a mano derecha si partimos de la plaza de la Reina, encontramos el oculto espacio urbano dedicado a la memoria del más gran humanista valenciano de todos los tiempos: Juan Luis Vives.

Esta pequeña calle, que precisamente lleva el nombre de Luis Vives, nos conduce hasta el punto donde se encontraba su casa natalicia, junto a una placita que luce el nombre de su mujer, Margarita Valldaura. Allí nos recibe el sobrio busto del humanista, labrado por el escultor Mateu en 1966, copia de otro que se encuentra en la ciudad de Brujas, donde murió Luis Vives hace hoy 484 años.

Tras la escultura, pintada sobre una medianera desnuda, una frase del propio Vives nos recuerda que efectivamente nació allí, en plena judería. En una calle conocida entonces como Taverna del Gall, en clara alusión al call, topónimo que hacía referencia al barrio donde vivían los judíos.

Cualquier homenaje a Luis Vives y su familia es poco para las penurias que tuvieron que pasar en nuestra ciudad por la persecución implacable de la Inquisición contra los judíos de la época. No en vano, el filósofo valenciano, que había iniciado sus estudios en la Universitat de València, fue enviado por su padre a París con tan solo 17 años para protegerle de posibles represalias. Y desgraciadamente acertó.

Luis Vives Valeriola, padre del humanista, fue condenado y quemado por el Santo Oficio en 1524, acusado de seguir profesando la religión judía. Su hijo, nuestro Luis Vives, ya no volvería nunca más a València. Hasta su muerte en la ciudad de Brujas en 1540, se formó en los centros culturales más prestigiosos del momento, convirtiéndose en uno de los grandes humanistas de su época y en un auténtico precursor del Renacimiento.

Dio clases en la Universidad de Lovaina, donde entabló una gran amistad con Erasmo de Róterdam, y se doctoró en Oxford, siendo elegido preceptor de María Tudor y lector de Catalina de Aragón. Reformador de la educación y filósofo moralista de talla universal, su pensamiento puso los cimientos del movimiento renacentista en España.

Y, a pesar de todo, nunca dejó de soñar con su viaje de vuelta a València. Por eso, los románticos valencianos del siglo XVIII rescataron su nombre y se convirtió en uno de los primeros personajes históricos, junto a Jaume I, en rotular una calle de la ciudad, en reconocimiento a uno de sus hijos más ilustres. El 14 de agosto de 1849, a instancias del entonces cronista de València, el historiador Vicent Boix, se aprobó rotular la calle donde se encontraba su casa natalicia, en ese momento conocida como calle de la Soledad -por haber allí un retablo de la Virgen Dolorosa, junto al desaparecido convento de Santa Tecla, otrora Sinagoga Mayor- como calle de Luis Vives.

En el quinto aniversario de su nacimiento, en 1992, se colocó en dicha calle una placa artística, y se rotuló la plaza de Brujas en el inicio de la avenida del Oeste. Hoy en día, aparte del busto en su casa natal y la plaza de Margarita Valldaura, podemos encontrar referencias a su persona por toda la ciudad: una escultura suya preside el claustro de la Universitat de València, y existe un instituto, un colegio, un colegio mayor e incluso un parador que llevan su nombre. Qué menos.