La encina y el junco
Ana María García, escritora

La Columna Ana María García (23/07/2024) "La encina y el junco"
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Alcoy
Había una encina que vivía en una hermosa pradera y cada día daba las gracias por todos los dones que la Madre Naturaleza le había dado.
Se sentía muy orgullosa de ser esbelta, guapa y producir riquísimas bellotas al llegar el otoño, pero lo que más le gustaba de sí misma era su enorme y grueso tronco que le hacía sentirse fuerte, segura e imbatible.
Con el paso del tiempo la encina empezó a creerse superior al resto de las plantas y comenzó a comportarse de manera insolente, especialmente con las que consideraba más débiles.
Unos metros más abajo de donde vivía, en un pequeño humedal, habitaba un joven y delicado junco. A diferencia de su vecina era muy fino, y como no tenía ni hojas ni flores, pasaba totalmente desapercibido a ojos de los demás.
Un día, la encina se dio cuenta de su existencia y empezó a meterse con él. Le llamó frágil, insignificante, se burló de su vida rodeado de lodo…
El junco le dijo que era muy flexible y que para él eso era una gran virtud. La encina le respondió que una gran virtud era tener un tronco fuerte como el suyo y siguió burlándose hasta que empezó una gran tormenta.
Desgraciadamente, sucedió lo peor: el aire se transformó en un huracán descomunal que arrancó de cuajo la encina de la pradera y la lanzó sin piedad al fondo de un acantilado. Ni su belleza, ni su altura, ni su enorme tronco, sirvieron de nada cuando se presentó el ciclón.
El pobre junco también sufrió muchísimo y soportó como pudo el azote de la tempestad: se retorció, se balanceó de un lado a otro y sufrió graves daños, pero gracias a su enorme flexibilidad, sobrevivió.
Una vez pasado el peligro lo primero que hizo fue mirar su maltrecho tallo de arriba abajo y quejarse de dolor. Pero enseguida levantó la mirada, observó el agujero donde durante años había estado la encina, y reflexionó:
– Lo que los demás ven como un defecto a mí me hace sentir orgulloso e incluso me ha salvado la vida.
Todos poseemos unas cualidades que nos distinguen, nos hacen especiales y diferentes. Siéntete a gusto con ellas y saca el mejor partido de tus talentos y virtudes, pero nunca, nunca, menosprecies ni te burles de los demás por no ser como tú.
FELIZ VERANO. SED FELICES Y DISFRUTAD DE VUESTRAS VIRTUDES.




