La València Olvidada: el antiguo Barrio Chino (por Rafa solaz)
No vamos a hablar ni de ciudadanos chinos, ni de la iglesia del Pilar, ni de la seda, ni siquiera de la indumentaria. Hoy vamos a hablar de una profesión de la que dicen es el oficio más antiguo: la prostitución en València
La València Olvidada: el antiguo Barrio Chino (24/07/2024)
València
Estamos en la plaza del Pilar centro neurálgico del antiguo barrio del que se llamó del Pilar recordando a su convento e iglesia. Actualmente este barrio recobró su título de Velluters por su antigua dedicación sedera porque allí permanecieron desde épocas antiguas los talleres que trabajan el vellús, la seda, actividad que permaneció hasta finales del siglo XIX.
Pero hoy no vamos a hablar ni de ciudadanos chinos, ni de la iglesia del Pilar, ni de la seda, ni siquiera de la indumentaria. Hoy vamos a hablar de una profesión de la que dicen es el oficio más antiguo, la prostitución en València.
Pero vamos por partes y hablemos un poco de historia de esas meretrices que existieron en nuestra ciudad a través de las diferentes épocas. Sabido es que el llamado Partit o la antigua Mancebía de València se situaba, en el Carme, en las inmediaciones de la calle de la Corona, precisamente en el área que hoy forma parte del Centre de la Beneficència. Allí permaneció hasta principios del siglo XVII, con el recuerdo de les dones de cadireta ya que era común esperar a los clientes sentadas en una silla de enea, costumbre que permaneció hasta bien entrado el siglo XX.
El Partit desapareció y, posteriormente, la prostitución se ubicó en las inmediaciones de la Universitat, en el barrio conocido como el Bordellets dels Negres, un centro donde también se instalaron casas de juegos y apuestas clandestinas, especialmente el juego de cartas y los dados, estos muchas veces fueron trucados para el jugador de ventaja.
Con el tiempo, la prostitución volvió a desplazarse hacia la zona del barrio de Pescadores, que recordemos a los oyentes se hallaba entre la actual plaza del ayuntamiento, calles de Lauria, Pascual y Genís y Barcas, en ese perímetro existían pequeñas calles donde se instalaron locales que eran criticados por la sociedad más moralista diciendo que eran centros de vicio y perversión pero donde también se ocultaban proyectos inmobiliarios que se hicieron realidad.
El barrio de Pescadores fue demolido entre finales del siglo XIX y principios del XX alzándose edificios de nueva planta, ocupados por viviendas de lujo, hoteles, oficinas y entidades bancarias que, como bien saben, algunas permanecen.
Por estos derribos de nuevo la prostitución se trasladaría de lugar. Y esta vez lo hizo hacia las inmediaciones de la plaza de San Agustín y las estrechas calles colindantes, una de ellas la de Quevedo. Allí permanecían pequeños cabarets y humildes salas de fiesta con la presencia de meretrices algunas dedicadas al cante y el baile, pero también a su oficio más lucrativo. Todo cambió en el primer tercio del siglo XX cuando se proyectó la avenida del Oeste y nuevamente los edificios siguientes a la plaza de San Agustín se derribaron desapareciendo antiguas calles. Es entonces cuando la prostitución se derivó hacia, el interior, al antiguo barrio del Pilar o Velluters, alcanzando por entonces la denominación de Barrio Chino que ya existía con ese título en otras ciudades.
Desde los años 40 a 1970 fue la época esplendorosa del Barrio Chino. Sus calles se llenaron de clubs, cafeterías y casa de sube y baja, donde anteriormente habían permanecido, no sólo los talleres artesanos sino vecinos de toda la vida. Calles de Maldonado, Torno del Hospital, Viana, en Bany… cambiaron su aspecto vecinal y las pequeñas tiendas se convirtieron en establecimientos de ocio.
Una relación de bares, insertos en una guía de comercios de 1966, nos informa del aumento de estos establecimientos en la zona del Barrio Chino, títulos como Biarritz, El Coral, Cibeles, Colón, Copacabana, Este, La Mina, muy famoso por cierto, y otros como La Perlita, Pavoni, Río de la Plata, Singapur, Toledo, Trianón, Amante, Viana, fueron famosos y visitados. La calle de Viana fue una de las de mayor concentración de locales, convirtiéndose en punto neurálgico y de referencia para la actividad frenética que por entonces existía en el barrio. Con el paso de los años se abrieron nuevos bares en la barriada, no voy a citarlos a todos porque la lista sería interminable. También farmacias, clínicas para el tratamiento de enfermedades venéreas y hasta La Nacional, que era una fábrica de gomas higiénicas.
Muchas de estas casas se anunciaban como casa de habitaciones, en realidad lo eran. Hablemos de Las Francesas, en la calle de En Bany, junto a la entrada general del Cine Palacio, local que estaba regentado por Madame Enriqueta. El prostíbulo de Madame Petit, se hallaba enfrente de Las Francesas. En la recepción del popular Chalet Árabe, muy famoso, se pagaba anticipadamente el servicio deseado, entregaban una moneda propia del local, para que se accediera al piso con la dama de compañia. He llegado a ver una de estas fichas, en el que consta el nombre del establecimiento, su domicilio y su valor facial de 15 pesetas.
Por esas calles se podían ver a grupos de estudiantes que de forma morbosa querían presenciar de cerca ese comercio carnal a veces contratado en la misma calle. Cuando más actividad había era durante las fiestas falleras o cuando venían los marines americanos. Entonces los precios aumentaban por aquello de la demanda y su cobro el dólares.
Actualmente, todo ha cambiado, el antiguo oficio apenas existe en la zona, nuevos derribos y nuevas edificaciones se alzaron olvidando la actividad pasada. Tan solo en la calle de Viana permanece algún vestigio residual con la presencia de jubilados y gente ociosa que merodea por la zona, todo ello ante la atenta vigilancia de la policía local que patrulla por allí. Las plataformas cívicas y vecinales consiguieron la extinción de este comercio carnal, y lograron también la desaparición de toxicómanos que trapicheaban por la zona.
Hoy vuelve y quiere ser una barrio vecinal, céntrico, tranquilo, con la presencia de antiguas casonas y palacetes como lugares donde se elaboró gran parte de la sedería valenciana. En el recuerdo quedan los ecos de los telares, los gusanos de seda con sus hojas de morera, los damascos, el moaré… y con eso nos quedamos.
(Texto: Rafa Solaz)
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Quique Lencina
Filólogo de formación y locutor de profesión,...