La calle y plaza del Rosario
La iglesia de Nuestra Señora del Rosario en el Canyamelar fue levantada hace 250 años, en 1774, por mandato del arzobispo Mayoral para dar servicio a los vecinos de este poblado marítimo de València
'Callejeando', con Luis Fernández: La calle y plaza del Rosario (07/10/2024)
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València
Cuentan las crónicas de la época que al arzobispo de València don Andrés Mayoral (Zamora, 1685 - Valencia, 1769) le gustaba ir a pasear a las modestas poblaciones de pescadores emplazadas junto a la playa en los barrios del Cabanyal, Canyamelar y el Cap de França. Un día festivo, por la tarde, fue de tertulia al edificio de un viejo pescador, encontrándole muy contrariado porque las lluvias habían anegado los caminos que conducían hasta la iglesia de Santa María del Mar, en el Grao, y no había podido oír misa. Al escuchar aquello, el arzobispo le prometió que construiría una iglesia para los feligreses del Cañamelar, y así lo hizo.
La iglesia de doble nave para separar a los hombres de las mujeres, muy al gusto puritano del arzobispo, se finalizó en 1774, hace ahora 250 años, y se consagró a la Virgen del Rosario, una advocación vinculada desde muy antiguo a los pescadores y vecinos de la zona marítima de la ciudad. Como curiosidad, cabe destacar que, en el momento de su construcción, la iglesia se encontraba, aunque ahora parezca sorprendente, en primera línea de playa. Tanto es así que, en la misma fachada, se colocaron dos grandes argollas para amarrar allí las embarcaciones. Pero, tras la construcción del dique norte del puerto en 1792, las corrientes fueron depositando todo el material que arrastraba en esta zona y la línea de costa empezó a comer terreno al mar, dando lugar a la ampliación de los poblados a partir de calles paralelas a la del Rosario. Podemos decir, por tanto, que la iglesia del Rosario forma parte del núcleo primigenio del barrio, que empezó a crecer a partir de aquí siguiendo la línea de costa.
Otra de las singularidades de la toponimia urbana vinculada a la iglesia del Rosario es que en su entorno encontramos tres vías urbanas con similar denominación: la plaza del Rosario, la calle del Rosario y la calle de la Abadía del Rosario. Una circunstancia que era muy habitual en la onomástica tradicional, ya que el propio edificio o institución actuaba de hito urbano y las calles de alrededor tomaban de forma natural su nombre para facilitar la orientación, y de esta manera la plaza adyacente a la iglesia y la calle principal de acceso recibían el nombre de dicho templo.
Así, teníamos en València la calle y la plaza del Pilar, la calle y la plaza de Sant Bult o la calle y la plaza de San Esteban, entre muchas otras. Pero los estadistas de mediados del siglo XX pensaron que esta característica, en vez de ayudar, generaba confusión a los repartidores y transeúntes, que no acertaban a distinguir entre si el domicilio en concreto se encontraba en una plaza o en una calle. Con esta escusa un tanto infundada, la calle del Pilar pasó a denominarse calle de Roger de Flor; la de Sant Bult del poeta Liern y la de San Esteban de los Venerables. Solo la calle y la plaza del Rosario, tal vez por encontrarse en la periferia del centro de decisiones, se salvaron de esta absurda reforma y, como un fósil urbano, todavía conservan la antigua costumbre de denominar la calle y la plaza principal de un poblado con el mismo nombre.
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