'Les cosines' de la calle de las Cocinas
Por la céntrica calle de las Cocinas discurría el trazado de la muralla romana, la primera que se levantó en la ciudad. Se trata por tanto de un enclave histórico, cuyo nombre esconde curiosidades y leyendas labradas por el tiempo
'Callejeando', con Luis Fernández: 'Les cosines' de la calle de las Cocinas (28/10/2024)
València
La calle de las Cocinas o, mejor dicho en su forma original en valenciano, de les Cuines, es una pequeña calle perpendicular a la de Caballeros, una zona de ocio nocturno muy popular en los 80 y 90 con locales como el mítico pub La Marxa. La calle de les Cuines está enclavada en la almendra central de lo que fue la primigenia ciudad romana de València, y, de hecho, por ella discurría la primera muralla defensiva que se levantó en la capital, siendo uno de los trazados más antiguos.
El relato oficial cuenta que el nombre de calle de las Cocinas ya está datado desde más allá del siglo XVIII, aunque anteriormente también se le conoció como carrer de l’Hostal Nou. La denominación de Cocinas se la impuso el pueblo porque a esta vía recaían las partes traseras, donde se situaban las cocinas, de todas las casas de la paralela calle de los Juristas, una calle mucho más elegante y señorial, porque a ella daban las fachadas de las casas de abogados y personal relacionado con la administración de justicia de la Generalitat.
Pero existe otra teoría sobre el nombre de la calle Cocinas que desde tiempo inmemorial circula por los mentideros de la ciudad, una leyenda más bien, un relato apócrifo, aunque mucho más irreverente y evocador. Según esta hipótesis, el nombre de la calle de las Cocinas es una castellanización del nombre 'Cosines', que así es como era conocida esta calle -carrer de les Cosines, primas en valenciano-, apelativo que se utilizaba para referirse a las amantes de los letrados y señores distinguidos que vivían en la calle contigua a la calle de los Juristas.
Al parecer, cuando salían de misa de la cercana pero ya desaparecida iglesia de San Bartolomé, accedían a las casas de sus amantes por la parte trasera, y el resto de las señoras las señalaban: "Mira, per ahí van les cosines!". Nombre vulgar que acabó por denominar a dicha calle como la de les Cosines. Posteriormente, con la obligada traducción al castellano de todos los topónimos de la ciudad en el siglo XVIII, pasó con guasa a ser la calle de las Cosinas y de ahí a Cocinas. Todo un cuento rocambolesco, pero bastante más atractivo que el oficial, que siempre gusta contar a los cronistas más lenguaraces.
Otra de las señas de identidad de esta curiosa calle de les Cuines es que todavía conserva el rótulo cerámico característico del siglo XIX, blanco con letras negras, en la esquina con la calle de Caballeros, que le confiere ese sabor añejo de las calles históricas del centro de la ciudad.
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