Desayunamos con profesionales voluntarios/as que han hecho de la Universitat Politècnica de València su cuartel general

Valencia

Hablamos con miembros de la Escuela Española de Salvamento, especialistas que vienen actuando en catástrofes desde 1986, y que definen lo ocurrido como la catástrofe de Biescas elevada al cubo.

El polideportivo de la Universitat Politécnica de València convertido en hotel. 300 personas esta noche han dormido allí. Vienen de toda España: Burgos, Madrid, Barcelona, Guadalajara, Ourense, Pontevedra... De todas partes. Son bomberos y bomberas, profesionales y voluntarios; miembros de protección civil; policías; especialistas en grandes catástrofes... vienen con su material, ligero y pesado; con perros...

Cuando he llegado era de noche y era fácil distinguir a quienes acababan de llegar. Eran bomberos de Madrid. Todavía no han visto nada... les han contado. Son los primeros en ir a desayunar. Una de las cafeterías de la universidad está abierta para ellos. Café con leche y un bollo... Comentan, ríen... y van llegando aquellos que ya han estado en la zona cero. Algunos desde hace días.

Han dormido con camisetas de la Universitat, sobre colchones que alguien ha puesto a disposición de la Politècnica, en un pabellón gigante donde tienen agua, galletas, consomé, fruta... Donde puede cargar el móvil después de darse una ducha caliente. De, incluso, pasar por el jacuzzi, las bañeras de hidromasaje... el servicio de atención psicológica.

Qué menos para quienes han venido aquí a costa, en muchos casos, de perder sueldo y vacaciones. Que han hecho horas y horas de carretera... Algunos se quejan de que después de tantas horas no haya un dispositivo de coordinación mejor organizado... Se trabaja a salto de mata y codo con codo con los cientos, los miles de voluntarios, que se desviven por tratar de borrar las señales de una catástrofe que les supera.

Lo han visto todo, vienen de terremotos, de Biescas; vienen, algunos de guerras, porque son exmilitares. Ves muchas caras de esas que lo habían visto todo hasta que llegaron aquí... no lo habían visto todo... Me quedo con estos minutos que he compartido con uno de esos equipos. Mujeres y hombres que te cuentan y no paran. Que miran el reloj mientras hablan conmigo porque tienen que volver al barro.

Te rompe el alma verlos. Todo a punto: el material, las botas embarradas... la ropa no, el servicio de tintorería de la universidad lava la ropa cada madrugada y eso les permite volver a la zona cero con la ropa seca y limpia... Y sobre todo con enorme ánimo. Con ganas de ayudar a pesar del lío... a pesar de que por mucho que hagan siempre parezca que falta más... Les doy las gracias y la enhorabuena. No puedo hacer otra cosa.

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