Violencia machista en política. Por Alba Laserna
La concejala de igualdad del Ayuntamiento de Villena, reflexiona sobre este otro formato de violencia contra las mujeres
Alba Laserna. Concejala de Iguandad de Villena
Villena
La violencia política consiste en el uso de la fuerza física o psicológica contra una persona o grupos de ellas, o en atentados contra sus pertenencias. Esta es la deficición que encontramos sobre violencia política. Pero si le añadimos la palabra machista, la definición, debe ser revisada.
Las Naciones Unidas definen la violencia contra las mujeres en la vida política como «cualquier acto de violencia de género, o amenaza de estos actos, que pueda provocar daños o sufrimientos físicos, sexuales o psicológicos y se dirija contra una mujer en la vida política por el solo hecho de ser mujer, o que afecte a las mujeres de manera desproporcionada».
Se tiene que entender como un continuum que incluye comentarios y comportamientos sexistas realizados con la voluntad o que tienen el efecto de humillar o degradar, acoso y agresiones sexuales, violencia psicológica, violencia física y violencia simbólica (por ejemplo, la cosificación de las mujeres).
Hay dos aspectos clave que distinguen esta violencia política ejercida contra las mujeres, de la violencia que también pueden sufrir los hombres: por una parte, los ataques son motivados por el género; es decir, las mujeres son atacadas en tanto que mujeres, con el objetivo de preservar la dominación masculina. Por otra parte, adoptan formas específicas basadas en patrones sobre la masculinidad y la feminidad, como insultos machistas, cosificación o amenazas de violación.
La violencia contra las mujeres en la política es, por lo tanto, un mecanismo de control sobre el acceso y la permanencia a los espacios de participación y de representación y, en último término, al poder. Cuando ocurre en los parlamentos o en otras instituciones políticas, esta forma de violencia machista socava la legitimidad de la institución y atenta contra los fundamentos de la democracia.
Alba Laserna aborda este tema que ella conoce muy bien y que es otro tipo de violencia que se ejerce hacia las mujeres. A través de "Borgen", una serie de televisión danesa de ficción, que narra las interioridades de la política danesa a través del personaje de Birgitte Nyborg, que pasará por ser la primera mujer en convertirse en primera ministra de Dinamarca.1 y que podemos ver en Netflix, Alba, nos explica las experiencias que una mujer política tiene que vivir para poder llevar a cabo su trabajo.
Tambien nos recomienda la lectura de el libro "El síndrome de Borgen", de Nuria Valera. Este libro es una reflexión sobre la presencia -y la ausencia- de las mujeres en la toma de decisiones, más allá de los números, más allá de la igualdad formal o la paridad.
El número de mujeres líderes que han dejado sus cargos políticos en los últimos años es tan elevado que merece la pena ser estudiado como un fenómeno nuevo, que la autora ha bautizado como el "síndrome Borgen". El nombre hace alusión a la serie de televisión danesa que mostró la cara B del empoderamiento, concepto tras el cual se esconden más trampas que soluciones.
Desde la reivindicación organizada del derecho al voto para las mujeres fueron necesarios más de cien años hasta que en 1960 Sirima Bandaranaike se convirtiera en la primera mujer elegida jefa de un Ejecutivo. Más de sesenta años despues, apenas hay una veintena de mujeres líderes en el mundo, pero, además, si el 1 de enero de 2023 había treinta y seis mujeres jefas de Estado o Gobierno. En septiembre de ese mismo año solo quedaban veintiocho.