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Historia

El centenario de la muerte del pintor Ramón Stolz

La saga de los pintores Stolz dejó su impronta en la València de la primera mitad del siglo XX. Una calle del barrio de Nou Moles nos recuerda su legado

'Callejeando', con Luis Fernández: el centenario de la muerte de Ramón Stolz (25/11/2024)

València

El barrio de Nou Moles comprende desde el camino de tránsitos hasta la cárcel Modelo y queda limitado al norte por el cauce viejo y al sur por la avenida del Cid. A pesar de su edificio más notable, el antiguo establecimiento penitenciario -ahora reconvertido en complejo administrativo de la Generalitat-, el nombre del barrio viene dado por encontrarse allí el desaparecido molino harinero de Nou Moles, el mayor de todos los que poblaban la fértil huerta valenciana, que contaba con nueve muelas -de ahí la onomástica-, que, movidas por la caudalosa acequia de Favara, producía grandes cantidades de harina de trigo desde tiempos inmemoriales, hasta que fue arrasado por un incendio en 1929.

Como la mayor parte de la periferia de la ciudad, Nou Moles sufrió un gran proceso de urbanización a partir de los años 60, impulsado en gran medida por un fuerte aluvión de inmigrantes, configurándose un barrio sin ninguna ordenación racional. Una de las arterias que corrobora este sinsentido territorial es la calle del pintor Stolz, diseñada sobre plano en paralelo a la avenida del Cid, desde la calle Hermanos Rivas hasta la calle Nou d'Octubre, pero que en realidad se encuentra interrumpida por el coqueto grupo Virgen de los Desamparados, un conjunto de viviendas construidas por el Sindicato de la Aguja en los años 20, que como una pequeña isla urbana, ha resistido los envistes del urbanismo depredador en las últimas décadas.

Esta calle, proyectada para unir los barrios de Nou Moles y Soternes, hasta enlazar con Mislata, fue dedicada en 1959 al pintor valenciano Ramón Stolz Viciano, que acababa de morir pocos meses antes. Pero de manera más acertada debería haberse llamado calle de los pintores Stolz, ya que su padre, Ramón Stolz Seguí (València, 1872-1924) fue también un pintor notable, que dejó huella en el panorama artístico de la capital durante las primeras décadas del siglo XX, y del cual, además, acabamos de conmemorar el centenario de su muerte.

El apellido Stolz delata su procedencia. Eran hijo y nieto de un industrial prusiano de la cerveza trasladado a València en el siglo XIX. Y su influencia artística seguramente vino de su tío, Vicente Seguí Fernández, que era pintor, razón por la que que Ramón Stolz padre cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de València y San Fernando de Madrid, donde se especializó en pintura, llegando a ser un reconocido especialista en paisajes y flores. También participó de la vida artística y festiva de la ciudad, realizando fallas y carrozas de la Batalla de Flores junto a sus compañeros del Círculo de Bellas Artes.

Su hijo, Ramón Stolz Viciano (València, 1903-1958), que es a quien realmente se le dedicó la calle, creció por tanto en un ambiente artístico, ya que su madre procedía de una familia de escultores y músicos. Estudió Bellas Artes en la escuela de San Fernando de Madrid, donde conoció a Dalí y las nuevas vanguardias, experiencia que reafirmó en sus estancias europeas, donde aprendió las técnicas de pintura al fresco y murales de gran tamaño, especialidad con la que posteriormente sería ampliamente reconocido.

En València, restauró la cúpula de la Basílica de la Virgen y podemos apreciar su obra en el Ateneo, en el Teatro Principal y en el Ayuntamiento, donde pintó la Sala de los Fueros del Archivo Municipal. Este fue su último trabajo, porque murió de un ataque al corazón cuando contaba con 55 años de edad, justo cuando estaba finalizándolo. Razón por la que el consistorio le nombró póstumamente hijo predilecto en 1958 y le reservó un hueco en el callejero.

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