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Historia

El Palacio de Parcent. Historia de un edificio singular que acabó en aparcamiento para coches (por Pepa Pascual)

Hoy nos encontramos muy cerca de la Iglesia de los Santos Juanes, a espaldas de la plaza de Brujas, en un tranquilo jardín, que conserva el nombre del antiguo edificio que desde el siglo XVII hasta su demolición el año 1965 estuvo ocupando este mismo lugar

La València Olvidada: El palacio de Parcent

La València Olvidada: El palacio de Parcent

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València

El Jardín de Parcent toma el nombre del palacio del mismo nombre, un edificio que fue sustituido por un aparcamiento subterráneo para coches en el subsuelo y en superficie por este jardín diseñado por el arquitecto municipal Emilio Rieta. Del antiguo palacio solo queda una de las puertas de acceso al mismo y que actualmente forma parte de la entrada al jardín por uno de sus laterales.

Pero vayamos a recordar la historia del Palacio de Parcent, para lo cual debemos trasladarnos al siglo XVII y conocer a la familia de origen italiano de los Cernesio Odescalchi, cuyos dos hermanos, Constantino y Francisco, llegaron a València procedentes de Como (al norte de Italia) para instalarse y desarrollar su compañía comercial destinada al comercio de tejidos y seda, pero que también se dedicó a la importación de productos alimenticios como el trigo. Con ello, llegaron a ser una de las familias más ricas e influyentes de la ciudad, poder que acrecentaron mediante matrimonios con las principales casas nobiliarias y así Constantino se convirtió en el primer conde de Parcent.

La familia buscó un lugar donde establecer su residencia, para lo cual compraron una casa en la parroquia de Sant Joan del Mercat y fueron adquiriendo las colindantes hasta obtener espacio suficiente para construir el gran Palacio de Parcent que llegó a tener 3.000 m² de superficie.

Gracias al testamento que se conserva de Constantino Cernesio podemos hacernos cierta idea de cómo era este palacio y de las innumerables riquezas artísticas que lo adornaban. Tenía grandes salones de recepción con sillas bordadas con las armas de la familia, aposentos, comedor, un oratorio privado, caballerizas y un patio donde se guardaban tres coches de caballos.

El conde de Parcent también fue un gran entusiasta de la pintura y su colección pictórica fue creciendo a lo largo del tiempo y parece que le atraían bastante los retratos, tanto de los miembros de su familia, como de personajes ilustres. Así tenía retratos de varios monarcas y personajes ilustres como Don Juan de Austria o figuras literarias como Lope de Vega, además de lienzos de paisajes y motivos alegóricos (como la historia de Ulises, de Hércules, personajes como el dios Ceres o Baco, etc.) a los que habría que añadir los de temática religiosa.

El palacio se fue ampliando a lo largo del tiempo y por otros testamentos se sabe que se fueron comprando más casas vecinas y se llegó a construir una torre Miramar y también que había un huerto con una fuente de mármol con la figura de un niño y un perro que lanzaba agua por la boca.

En fin, que no les faltaba de nada en este gran palacio y que en el siglo XVIII era lugar habitual de reunión de la nobleza valenciana. Se realizaban reuniones académicas, literarias, se trataban temas de astronomía, historia, matemáticas y otras ciencias y se hacía una especie de concurso de preguntas en las que se quería demostrar la refinada educación de los condes delante de los principales miembros de la nobleza.

Pese a todos los lujos y obras de arte que tenía el palacio, por el exterior seguía teniendo un cierto aire medieval y los condes querían hacer una renovación arquitectónica que cambiara ese aspecto y estuviera más acorde con la moda del momento. Para ello se le encargó un proyecto al arquitecto Vicente Marzo que supuso la total transformación del palacio tanto en el interior como en el exterior, cuyas obras se dieron por finalizadas en 1798 y conformaron un edificio de aspecto uniforme y ordenado por fuera. Por dentro se dispusieron dos patios con arcos y grandes pilastras, todo ello construido con sillería de buena calidad. Se construyó también una escalera imperial y entre los dos patios se dispuso un salón de baile con un palco elevado para los músicos y que servía también como sala de teatro.

El aspecto del palacio debía ser imponente, pues en una visita que realizó a la ciudad el viajero Beramendi, en 1793, escribe que su visita a València solo halló dos edificios dignos de anotarse que eran el palacio de Jura Real (hoy desaparecido también y que estaba en la Plaza de Sant Francesc) y el propio palacio de Parcent por su aspecto académico y clásico.

Tras la demolición del Palacio Real fue considerada una de las mejores residencias de la ciudad y en él llegó a alojarse José Bonaparte en su entrada del 1 de septiembre de 1812.

El trágico final del Palacio de Parcent

Desgraciadamente, a partir de finales del siglo XIX el interés de los dueños del palacio era cada vez menor, y de hecho se trasladaron a vivir a Madrid y el edificio fue subdividido para ser alquilado por trozos. Así, allí se instaló el Orfeón Valenciano el Micalet, que luego pasó a ser la Sociedad Coral el Micalet, que estuvo hasta el año 1954. También se instaló allí La Academia Científico-Literaria de la Juventud Católica, la sociedad Iris, la del Nuevo Liceo y otras entidades culturales, además de diversos talleres como una fábrica de abanicos, un almacén de botellas y de papel, el economato de la Policía Nacional o las oficinas del cupón prociegos (lo que después será la ONCE).

Pero la historia no acaba aquí, y después de la Guerra Civil se intentó recuperar el palacio y se planteó la posibilidad de que se convirtiera en sede del Museo Provincial de Bellas Artes y que se incluyera también aquí la Real Academia de San Carlos, llegando a hacerse un proyecto con la distribución de las diferentes salas y dependencias que tendría el futuro museo.

Además, se planteó la posibilidad de que el palacio quedara como un edificio exento que abriría su fachada a la proyectada Avenida del Oeste.

Pero pronto se abandonó este proyecto de museo y la idea de rehabilitar el edificio en favor del complejo de San Pio V y el palacio de Parcent pasó a tener más valor como solar por sus grandes dimensiones que por el propio edificio.

Finalmente, el palacio pasó a ser propiedad del Ayuntamiento, que decidió su demolición después de que se produjera el fallecimiento de una mujer en 1965 cuando se derrumbó el ala de las antiguas cocinas y en su lugar se construyó el aparcamiento subterráneo con el jardín en superficie que todos conocemos.

Algunos de los sillares del palacio se utilizaron en la restauración que se hizo de las torres de Quart por parte de los arquitectos municipales Emilio Rieta y Román Jiménez, y que se aprovecharon para construir la escalera neogótica exterior que actualmente da acceso a las torres.

Una vez más València perdía uno de sus grandes y singulares palacios que no fue valorado ni por la sociedad ni por los políticos del momento, negándole toda posibilidad de rehabilitación y recuperación para el futuro.

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Quique Lencina

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión, actualmente forma parte del equipo digital de Radio Valencia...

 
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