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Los 3 estados del pensamiento: Pasivo, proactivo y creativo

Pensar es más que una acción automática. Es un proceso con diferentes capas de profundidad y enfoque. Hoy hablamos de ello con Fran Torreblanca.

Marketing con Fran Torreblanca

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Villena

En la mayoría de las ocasiones, transitamos por la vida sin detenernos a analizar cómo pensamos. Sin embargo, si comprendemos los 3 estados del pensamiento (pasivo, proactivo y creativo), podemos convertirnos en conductores de nuestras propias ideas.

Se trata de moldear el contexto a través de la manera en que procesamos la información y tomamos decisiones. En un entorno donde la creatividad y la innovación son ventajas competitivas, saber en qué estado mental nos encontramos en cada momento marca la diferencia entre ser espectadores o protagonistas del cambio.

El pensamiento pasivo, es el punto de partida

Es el modo en el que nos dejamos llevar por la corriente, donde consumimos información sin cuestionarla demasiado y aceptamos las reglas del juego tal como se nos presentan. Funciona bien para la rutina, para seguir instrucciones o para mantenernos en la comodidad de lo conocido. No significa que sea malo en sí mismo.

De hecho, es necesario en muchas situaciones. Pero cuando se convierte en el modo predominante, nos aleja de cualquier posibilidad de evolución. Es el pensamiento del piloto automático, del «así se ha hecho siempre», de la inercia. La creatividad no tiene espacio aquí porque no hay preguntas, solo respuestas ya dadas.

El pensamiento proactivo es el siguiente nivel

Aquí aparece la intención, la voluntad de actuar antes de que algo suceda. Ya no nos conformamos con recibir información de manera pasiva; la analizamos, la cuestionamos y buscamos mejorarla. Es el tipo de pensamiento que nos permite anticiparnos, resolver problemas antes de que aparezcan y optimizar procesos.

Está claro que ser proactivo implica tomar control de las situaciones en lugar de esperar a que alguien más lo haga por nosotros. Por eso es el pensamiento de los estrategas, de quienes ven oportunidades donde otros ven obstáculos. Sin embargo, aún sigue ciertas reglas y estructuras establecidas. La creatividad se asoma en este estado, pero de manera contenida, sin romper completamente los límites.

Por último, el verdadero salto ocurre con el pensamiento creativo. Aquí todo cambia.

Se trata de actuar con intención, reformulando la propia realidad. Es la capacidad de ver lo que no existe todavía, de conectar puntos aparentemente inconexos, de encontrar soluciones fuera de lo convencional.

Está claro que la creatividad es una forma de pensamiento que puede entrenarse y potenciarse con práctica y método. Este estado se alimenta de la curiosidad, del juego mental, de la capacidad de cuestionar incluso las certezas más arraigadas. Es el pensamiento que rompe patrones, que desafía lo establecido y que, en su máxima expresión, da lugar a la innovación.

Por tanto, la idea es saber cuándo es necesario cada estado y cómo alternarlos de manera consciente.

El pensamiento pasivo nos permite descansar y procesar, el proactivo nos ayuda a actuar con eficiencia y el creativo nos impulsa a evolucionar.

 

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