Los asentamientos chabolistas se cronifican en València

València

Los asentamientos chabolistas se cronifican en la ciudad de València y ponen en evidencia todo el trabajo que queda por hacer para garantizar la plena inclusión de estas personas y un futuro para decenas de familias que viven ahí. Hablar de chabolismo es hablar de la vulneración del derecho a la vivienda, y también de segregación y de falta de oportunidades.

En el barrio de San Marcelino existe uno de estos asentamientos, que lleva allí desde hace más de una década. El presidente de la asociación de vecinos del barrio, Paco Marín, asegura que está allí, por lo menos, desde que Rita Barberá era alcaldesa.

Marín explica que, con el tiempo, ha ido creciendo, de ser uno solo a dividirse en varios que albergan a muchas familias. Las obras del soterramiento de las vías han provocado que se desplacen y que haya ahora asentamientos en La Torre o en Turianova además de en San Marcelino.

El problema no es nuevo

Un problema que no es nuevo ni tampoco exclusivo de esta zona de València. Asentamientos hay muchos y es difícil contabilizarlos.

Lola Fernández, de la Fundación Secretariado Gitano, una organización que trabaja para su inclusión, cuenta que el perfil más habitual en estos espacios es el de personas migrantes o de la comunidad gitana, que no han podido acceder a una vivienda y a las que otras violencias como la exclusión social o el racismo abocan a vivir en estos lugares.

Para Lola Fernández, hablar de chabolismo es hablar de la vulneración del derecho a la vivienda, y también de segregación y de falta de oportunidades.

Fernández lo tiene claro: que estos asentamientos tengan casi más de una década de historia es una decisión política consciente. Y lo es porque las administraciones competentes, que son todas: municipal, autonómica e incluso estatal, no toman cartas en el asunto. Son ya muchas las legislaturas y los colores políticos que han podido poner solución, pero la situación es la misma ahora que antes.

Fernández insiste en que lo que queda pendiente es una intervención integral, donde los servicios sociales tengan en cuenta, entre otras cosas, una alternativa habitacional u ofrecer oportunidades laborales.

Para ella, hace falta, para empezar, ampliar el parque de vivienda social y, también, sensibilizar a la población para rebajar la discriminación y los prejuicios que recaen sobre las personas que habitan estos espacios.

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