La calle de la Cruz Roja en la fantasmal Ciudad Ros Casares
La principal calle de la fallida ciudad Ros Casares, en Vara de Quart, fue dedicada en 2013 a la Cruz Roja porque allí mismo se instaló la oficina provincial de esta organización humanitaria.

Callejeando con Luis Fernández Gimeno
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Valencia
La Ciudad Ros Casares -rebautizada hace unos años como ciudad Gran Turia- situada junto al cauce nuevo del Turia, en el límite municipal entre Valencia y Xirivella, es la viva imagen del fiasco que supuso el boom urbanístico en nuestra ciudad. La idea de este complejo surgió en 2005, cuando el grupo siderúrgico liderado por Francisco Ros Casares, atraído por los cantos de sirena del negocio inmobiliario, se lanzó a sus brazos, proyectando un complejo de apartamentos y oficinas en la que debía ser, según sus promotores, la mejor ciudad empresarial de Europa. Pero como todo en aquella Valencia de los pelotazos, la realidad fue otra.
Con una inversión cercana a los 220 millones de euros y compuesta por 14 edificios y 80.000 m² de lofts, las obras de la Ciudad Ros Casares concluyeron en 2009, cuando la crisis financiera internacional ya había estallado, convirtiéndose desde su inauguración – de la mano de la alcaldesa Rita Barberá- en una ciudad fantasma y en uno de los tantos proyectos fallidos del sector que provocó el estallido de la burbuja del ladrillo en Valencia. Un naufragio comparable al del nuevo Mestalla o el circuito de fórmula 1 de la Valencia de los grandes proyectos que alguno aún añora.
Tres años y millones de pérdidas después, evidentemente, las cuentas no salían y Ros Casares se tuvo que deshacer de su codiciada ciudad. Se malvendió al FROB por la décima parte de su coste y, para no perpetuar la afrenta, se le cambió el nombre por el de Ciudad Gran Turia, como si el problema fuera ese, la denominación. Un ejemplo paradigmático del fracaso del complejo como zona residencial fue la efímera comisión fallera que allí se fundó y que apenas duró dos años: la falla Ciudad Ros Casares, nacida en 2013 y disuelta en 2015.
Pero no todo fue una ruina. Aprovechando la frágil coyuntura de 2012, la Cruz Roja adquirió 5.000 m² para instalar su sede provincial, gesto que el Ayuntamiento agradeció rotulando la vía principal del complejo con el nombre de calle de la Cruz Roja, la entidad humanitaria con fuerte arraigo en nuestra ciudad, a la que esta vinculada desde hace más de 150 años.
En 1859, después de la batalla de Solferino que enfrentó al Imperio austriaco contra las tropas de Víctor Manuel II y Napoleón III, el filántropo suizo Henry Dunant fue testigo de la agonía y el sufrimiento de los heridos abandonados en el campo de batalla, lo que le empujó a crear una organización de ayuda a los heridos, un anhelo que se hizo realidad en 1863 bajo la denominación de Comité Internacional de la Cruz Roja, que también adoptó la cruz roja sobre fondo blanco como emblema distintivo para indicar la obligación de respetar a los servicios médicos de las fuerzas armadas.
En nuestro país, el valenciano José Joaquín de Agulló, VI Conde de Ripalda fue, junto al médico Nicasio Landa, cofundador de la Cruz Roja Española en 1864 bajo los auspicios de la orden hospitalaria de San Juan de Jerusalén. Y en 1873, hace más de 150 años, se fundaron las primeras asambleas locales valencianas en los municipios de Utiel y Xàtiva, que en aquel momento se encontraban en plena contienda carlista.
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Luis Fernández Gimeno
Ingeniero Técnico en Topografía y Máster en Teledetección por la Universidad Politécnica de Valencia....




