No, la selva amazónica no es el verdadero pulmón del planeta (pero casi)
La bióloga Carolina Pena desmonta uno de los grandes mitos de la ciencia y es que el auténtico generador de oxígeno de la Tierra no se encuentra en su superficie...
“No vamos a contar mentiras: no, la selva amazónica no es el verdadero pulmón del planeta"
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Alicante
La doctora Carolina Pena Martín, bióloga especialista en ficología, desmonta el mito de que los grandes bosques terrestres, como la selva amazónica, son los verdaderos liberadores de oxígeno del planeta. Y es que el auténtico pulmón de la Tierra no se encuentra su superficie, sino en el fondo de mares y océanos.
La verdad... a medias
El oxígeno, en forma de O₂, resulta indispensable para la gran parte de las formas de vida actuales del planeta, entre ellas, la nuestra. La producción de este oxígeno sucede a través de la fotosíntesis, donde además se consume dióxido de carbono. Por ello estamos tan agradecidos a las plantas, organismos fotosintetizadores que forman grandes bosques, como la Amazonía, denominándolos "el pulmón del planeta".
Se piensa que estos bosques absorben grandes cantidades de dióxido de carbono y liberan oxígeno mediante la fotosíntesis, funcionando como gigantescos pulmones verdes que mantienen el equilibrio atmosférico y ayudan a combatir el cambio climático. Esta idea generalizada resalta la importancia de las plantas terrestres para la salud del planeta y la supervivencia humana.
Pero, ¿es realmente así o estamos quitando el protagonismo a los principales actores por ser, quizá, algo menos visibles?
¿Qué dice la ciencia?
La presencia de oxígeno en nuestro planeta no solo permite la respiración de la mayoría de los seres vivos, sino que también ha moldeado la evolución y la estabilidad de los ecosistemas. Además, la fotosíntesis permite mantener un nivel adecuado de CO₂ que al funcionar como regulador térmico su exceso contribuye al calentamiento global que estamos sufriendo en las últimas décadas.
Por ello, los organismos fotosintetizadores se vuelven esenciales y por ello denominamos a los grandes bosques terrestres como "el pulmón del planeta", sobre todo la tan famosa Amazonía sudamericana, en la cuenca del río Amazonas.
Pero esta visión no es del todo acertada, ya que, en conjunto, estos bosques aportan solo cerca de un tercio del oxígeno que hay en la atmósfera. Esto se debe a que, además de producir oxígeno, los bosques consumen una gran cantidad del mismo a través de la respiración y la descomposición de materia orgánica, por lo que el aporte neto de oxígeno que generan no es tan elevado como suele pensarse. Entonces, ¿qué ocurre en realidad?
Pues bien, las auténticas protagonistas en la producción global de oxígeno son las algas marinas (macroalgas y microalgas, o fitoplancton). Organismos unicelulares o de hasta de varios metros de longitud que viven en mares y océanos, capaces de realizar una fotosíntesis muy eficiente que supera ampliamente la de cualquier bosque terrestre.
Se estima que el fitoplancton marino produce entre el 50% y el 85% del oxígeno total generado anualmente en la Tierra, superando ampliamente la producción combinada de todos los bosques terrestres, debido a su enorme biomasa y su alta tasa de fotosíntesis.
Sin las algas, la atmósfera que conocemos hoy sería muy diferente y la vida, tal como la conocemos, sería imposible.
Referencias
Graham, L.E., Graham, J.M. & Wilcox, L.W. (2009). Algae. Pearson.
Rodríguez H (2023). El verdadero pulmón del planeta está en los océanos. Nacional Geographic [https://www.nationalgeographic.com.es/naturaleza/verdadero-pulmon-planeta-esta-oceanos_14776]
Carolina Pena Martín
Profesora ayudante doctora del área de Botánica de la Universidad de Alicante, especialista en Ficología.
‘No vamos a contar mentiras’
Todos los martes, a las 13:45 horas, Miguel A. Goberna, profesor emérito de Matemáticas de la UA, les propone un bulo científico que todos, o casi todos, hemos escuchado o leído en alguna ocasión en un medio de comunicación, en una red social o en un libro.
Serán los profesores e investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Alicante quienes refutarán esas falsedades. Y es que, como diría Goethe (pero nunca dijo): “¡Ciencia! ¡Más ciencia!”.
